IMAGINA un acceso repentino. Un cristo cualquiera echando abajo este templo. En medio de tan sacra ambientación un brote de sangre sería como un orgasmo feliz.
En todo el belén, yo yago en el pesebre ya crucificado, con una erección que lucha con la vergüenza de una virgenmaría debatiéndose dentro del bosque amazónico. El conjunto sobre fondo de mantos oxidados y barcas de pescadores que se niegan a huir de tierra firme.
Repito, en semejante contexto. Tal vez pudiesen Vds. considerar mi acceso profano como una beatificación.
Terminó la mansedumbre: venga el acoso bestial y sediento que tiende pieles al sol.
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