INTERINOS DE EDUCACIÓN
por Francisco Domínguez
(profesor de EOI)
publicado en Diario del Altoaragón el 24 sepbre 2006
Como todos los años, con el inicio del curso escolar empieza el calvario de muchos profesionales de la enseñanza; no me refiero a lo arduo de su tarea, que no lo es poco, sino al modo en que a muchos profesores les es adjudicada una plaza en interinidad: más de 1.700 vacantes para este comienzo de curso (y sólo en Secundaria). Precariedad e inestabilidad son las palabras clave en la carrera de muchísimos profesionales de la enseñanza en nuestra Comunidad.
Para el procedimiento de adjudicación de vacantes y sustituciones, existen unas listas en las que se establece el orden de prelación de los profesores, según un baremo en el que puntúan tanto méritos profesionales como académicos. En el caso de algunas especialidades para las que no se convoca oposición desde tiempos de Maricastaña, la baremación se efectúa cada 4 años; es ese un momento de especialísima importancia en la carrera de un profesor, pues de ello depende su clasificación en listas para los próximos cuatro cursos. Pero no sólo eso: la formación de casi 65.000 alumnos (sólo en Secundaria) depende de esa baremación: los fallos en ésta contribuirán al menoscabo de aquélla.
No obstante la importancia de dicha rebaremación, la Consejería de Educación, presidida por Eva Almunia, comete gravísimos errores en el cálculo de los méritos del profesorado: este comienzo de curso ha presentado un altísimo número de quejas y recursos. Eso hace que, debido a la urgencia con que se lleva a cabo el procedimiento, muchas plazas se adjudiquen a profesionales que lo merecen menos que otros: aspirantes que suben sorpresivamente 20 puestos en el orden de prelación, otros que bajan 15 puestos... Y todo ello se debe a la ineficiencia del equipo que se encarga de la baremación y confección de las listas de interinos. O, en el peor de los casos, al trato de favor que pueda recibir algún aspirante por motivos de afinidad política, familiar o de amistad.
Si unimos a esto la falta de transparencia, o sea la imposibilidad de consultar expedientes en los decisivos períodos de adjudicación, el procedimiento deja a los profesionales de la enseñanza a expensas de los designios de los directores de los servicios provinciales y sus adláteres. Alegar, reclamar y recurrir sirve de bien poco cuando se resuelve a destiempo, menoscabando así la prevalencia en las instituciones públicas de la igualdad de oportunidades: lejos de ser un derecho, ésta parece haberse convertido en una lotería. ¿Será ésta una muestra más del sesgo derechista de las instituciones españolas, como señala Vicenç Navarro en su ensayo "Bienestar insuficiente, democracia incompleta"?
Siendo que de esas vacantes depende la calidad de la formación recibida por tantísimos alumnos, cabe preguntarse por qué se lleva a cabo con tan visible ineficacia. ¿Acaso no podría la Sra Almunia nombrar un equipo que, de una vez por todas, realizara la labor encomendada con algo más de eficiencia? No sólo saldría mejor parada la carrera de muchos profesionales de la enseñanza, sino que mejoraría la formación del alumnado al contar con los más capacitados profesores en sus aulas.
Aunque esto sea un deseo lógico en la mente de cualquier profesional interino no sería más que un parche a una situación en verdad incomprensible: que no se conviertan en "fijas" esas 1.700 vacantes (y sólo en Secundaria). Al no hacerlo, la Consejería de Educación se ahorra una pasta gansa en contratos y seguridad social, pero aboca a la inestabilidad a un enorme número de trabajadores de la enseñanza, que asisten nerviosos a cada nuevo comienzo de curso. Gracias a ese ahorro, Educación y Cultura puede dilapidar el dinero de los contribuyentes en espectáculos y obras faraónicas, que si bien sirven poco al desarrollo básico de la ciudadanía, son utilizados como argumento electoral: lo único que parece contar para nuestra clase política
Nuestra Comunidad merece, desde luego, una mejor gestión de los valiosísimos recursos humanos de que dispone; el futuro de los y la aragonesas depende de ello -y de usted, Sra Almunia.
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