martes, 22 de mayo de 2007

LA LEY Y LA TRAMPA 2

LA LEY Y LA TRAMPA
Octubre 2006

Traten de imaginar, por un momento, un mandatario que dictara leyes y las hiciera cumplir, pero que tuviese el papo de no cumplirlas él mismo: seguro que lo tacharíamos de tirano, de autoritario, incluso llegaríamos a decir que esas prácticas son contrarias a la idea que nos hacemos de la igualdad ante la ley, base de la democracia.
Pues eso está ocurriendo en la Educación aragonesa: existe una Orden autonómica, firmada por la socialista Eva Almunia (de 20 de agosto de 2002), que se incumple sistemáticamente en algunas Escuelas Oficiales de Idiomas. La paradoja es que esa misma Orden es esgrimida como biblia para apretar los machos a los profesionales de la enseñanza.
Dos artículos de la Orden, el 15 y el 25, son consciente y voluntariamente infringidos por la dirección de, al menos, un centro del Alto Aragón. Tal vez la cosa no tenga importancia en el funcionamiento cotidiano de esa EOI, pero menoscaba la confianza que la ciudadanía debería tener en sus instituciones. Y es que, además, esos artículos inciden directamente en el papel del Consejo Escolar en la administración del centro: la participación se convierte, con ello, en un simulacro poco creíble.
Alguna responsabilidad habrá de depurarse en este caso: ¿debe pagar el director del centro que, consciente y voluntariamente, se salta la ley a la torera? ¿o más bien el director provincial que permite que la ley no se cumpla? Siendo que estas cosas están sucediendo en la provincia de Huesca, las responsabilidades son fáciles de establecer.
La entrada en la democracia, hace casi 30 años, debería haber terminado con estas prácticas caciquiles, pues como un cacique se debe de sentir quien se cree por encima de las leyes que él mismo dicta. Pero aquel tiempo ya pasó: la Administración pública ya no es un coto privado en el que el señorito hace y deshace: quien la hace la paga -al menos eso asegura el ordenamiento jurídico.
La aplicación igualitaria de la ley es uno de los pilares de la democracia; esta se resiente enormemente con la aplicación de dobles raseros. Haga leyes, Sra Almunia, que sea capaz de hacer cumplir a sus subordinados: en el seno de su propio departamento, sus órdenes se están convirtiendo en papel mojado sin validez aparente.

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