jueves, 28 de junio de 2007

RÉPLICA del blogger A LA CONTESTACIÓN DE Pili Lisa

Hola, Pili:
Gracias por tomarte la molestia de escribir sobre mis opiniones, lo que para mí es ya prueba suficiente de que aún queda gente que no está del todo dormida.
Cierto que no estuve en Salas, dando con ello validez a tus suposiciones. Mi conocimiento sobre esa serie de festivales que se han venido celebrando desde hace 5 años es indirecta: pero en todas ellas, la pretendida 'ruralidad' brillaba por su ausencia -y ello por las mismas razones esgrimidas en mi 'encarecida crítica'.
En cuanto a mi interpretación, no creo que sea 'como mejor me viene', sino creo que la fundamento. Estoesloquehay ha sido y sigue siendo una imposición cultural urbana, que convierte a los vecinos de cada pueblo en espectadores de algo que no han elegido.
Es decir, más del habitual dirigismo cultural, establecido desde las ciudades para que la gente de los pueblos la contemple como lo verdaderamente válido.
En virtud de ese dirigismo, se aliena a la gente del ámbito rural (y todos nosotros, pues ese dirigismo se ejerce también sobre la ínclita Huesqueta, donde la programación cultural institucional es obra exclusiva de un par de iluminados, o técnicos de cultura, que creen poder decir qué es lo que tenemos que degustar, apreciar o aplaudir -y eso porque no se consulta a la ciudadanía sobre la conveniencia de tal o cual modelo cultural).
Y digo que se 'aliena' porque, desde el momento en que se arrebata a la gente el poder y la posibilidad de decidir qué tipo de cultura prefieren, o qué tipo de espectáculos, imponiéndoles 'lo que tienen' que apreciar, se les enajena la capacidad de verse representados, cuestionados o analizados en esos productos culturales -que pertenecen a otro ámbito, no precisamente rural.
Ese es el problema y no otro: el dirigismo, la pérdida de la identidad auspiciada por la cultura institucional, más basada en el modelo del espectáculo que en otros modelos más democráticos y participativos. El trasfondo es pura y netamente político.
La cuestión debería llevarnos también a preguntarnos qué entendemos por 'cultura', o, mejor, para qué creemos que deben servir la cultura y el arte.
Yo creo que el arte es una actividad de representación (figurativa o no) de la vida; debe servir por eso mismo para alimentar el espíritu, la inteligencia o la conciencia mediante la puesta 'en escena' de una serie de referentes que, si no son los nuestros propios o, por lo menos, universales, no nos dicen absolutamente nada -con lo que su función catártica o nutritiva deja de actuar, para pasar a ser mero entretenimiento, como la TV.
Y Estoesloquehay es entretenimiento, sobre cuyo modelo nuestras autoridades están basando la cultura institucional. Y eso no creo que sea lo peor, sino que el festival éste es una merienda de amiguetes (los del director del festi) pagada con dinero público.
Por penúltimo, considerar como 'arte de vanguardia' lo que se llevó (y yo evalué por el folleto y comentarios de gente cercana) a Salas con Estoesloquehay me parece exagerado, pues son disciplinas y tipos de representación archi utilizados y conocidos ya hasta la saciedad por el gran público.
Y ahora ya que sí, por último, me dices que no se trataba de recrear una escena de labranza. ¿Acaso eso es malo? ¿No es ese el verdadero escenario cotidiano en que se desarolla la vida en un pueblo cuya economía se basa en el sector primario? Pero, claro, estamos acostumbrados a que el arte represente a gente de las ciudades, gente bien, con dinero y gustos de ricos, centrado ya sea en el hedonismo o en sus referentes vitales y/o morales. La gente humilde de las ciudades y de los pueblos se da cuenta de que la única posibilidad de construir productos artísticos dotados de prestigio cultural es mimetizándose con las razones, referentes, constantes y moral del otro, del de la ciudad, del burgués acomodado, de quien posee y sabe utilizar las claves y las herramientas que prestigian automáticamente una obra -un producto cultural. Hay un libro de un par de sociólogos franceses que se explican mucho mejor que yo, y donde ponen de relieve todos estos asuntos: "Lo culto y lo popular", de Grignon y Passeron. Igual te puede interesar su lectura, qué sé yo.

RESPUESTA DE Pili Lisa AL ESCRITO SOBRE "ESTOESLOQUEHAY"

En primer lugar, me parece algo arriesgado opinar de una serie de actos enlos que ni siquiera has estado presente (yo no te vi). Y acerca de cuestionar si este encuentro artístico tiene algo o no de rural, creo que te equivocas. Interpretas como mejor te viene lo que pretende este encuentro: llevar al medio rural el arte de vanguardia, moderno o llámale X. No setrataba de crear una macro exposición sobre aperos de labranza o recrearuna escena de trilla. No te confundas.Y lo consiguió, los vecinos de Salas Altas se movilizaron para ver lasdistintas exposiciones, obras de teatro o cine... con críticas buenas o malas, pero se movieron conciencias y se movieron los culos de casa, que no es fácil en el medio rural.
Yo que sí estuve en todos los actos, comprobé como gente decía 'ojalá estofuera una vez al año' porque les gustó ver a Salas convertida en un escenario gigante, en un lugar para la provocación y el sobresalto artístico. NO HUBO ESPECTADORES FORZADOS, no te confundas.
Y no mezcles esto con la política, que en este caso el dinero público fuebien empleado: 350 vecinos de Salas Altas saben a día de hoy que arte esalgo más que los cuadros de Velázquez o la catedral de Burgos, que arte,para bien o para mal, es también la provocación y la trasgesión.
Tranquilo, tus impuestos han sido bien empleados. Yo fui testigo.

lunes, 25 de junio de 2007

EL PRETENDIDO CARÁCTER RURAL DE "ESTOESLOQUEHAY" 25 junio 2007

EL PRETENDIDO CARÁCTER RURAL DE "ESTOESLOQUEHAY"

"Rural: perteneciente o relativo al campo y a las labores de él" (RAE 1992). Ese es el adjetivo que se regala el festival "Estoesloquehay", que, por 5º año consecutivo, "persigue la transformación de una pequeña localidad rural en un espacio de muestra artística" (como reza el folleto de esta reciente edición, llevada a cabo en el municipio somontanés de Salas Altas).
Pero de "rural", en el sentido señalado por la RAE, más bien tiene poco, y ello por dos motivos: 1) la casi totalidad de los artistas no son rurales, ni del pueblo "transformado": su aparición es fruto de la elección del director de la muestra, quien entiende cómo repartir el dinero aportado entre otros por DGA, DPH y Comarca (el dinero de todos nosotros, contribuyebtes); 2) el contenido de la muestra es, excepción hecha de la expo "Tesoros líquidos", netamente urbano –lo que permite subrayar la cada vez más extendida idea de que la cultura de calidad (cultura "chachi" la llamó Damián Torrijos en el Heraldo el pasado 23 de junio) sólo se elabora bajo la influencia de las ciudades.
Por este arte de prestidigitación verbal, convierten a los habitantes del mundo rural en espectadores forzados de una cultura que no es la suya propia.
Uno se pregunta para qué sirve todo esto; para qué se sufraga con nuestros impuestos iniciativas que en muy poco estimulan o propician la creatividad rural: prefieren tenernos como mudos espectadores que dicen "amén" al discurso del cura. Algo a lo que ya nos tienen acostumbrados nuestros políticos en su liturgia democrática: ellos leen su sermón y nosotros, votantes, otorgamos el "así sea" con nuestro descuidado voto.

martes, 12 de junio de 2007

SOBRE EL 35º FESTIVAL DE CINE DE HUESCA (12 de junio de 2007)

SOBRE EL 35º FESTIVAL DE CINE DE HUESCA

El cine es una industria con la cual productores e inversores pretenden generar plusvalías que meterse al bolsillo.
¿Con qué fin el Ayuntamiento de Huesca, máximo responsable del evento, se gasta nuestros dineros, tantos dineros, en promocionar una industria sin presencia local? ¿Tal vez para promover la creación cinematográfica oscense?; si así fuera, el balance de resultados sería más bien pobre tras 35 años de festival. ¿Tal vez para situar a Huesca en el mapa gracias a crónicas en la prensa especializada?; si así fuera, seguro que existen medios más económicos e incluso eficaces de promocionar nuestra pequeña ciudad.
Uno, como ciudadano de a pie, no sabe a ciencia cierta para qué sirve este Festival; no sabe cuál es el fin perseguido por sus promotores: ¿tal vez promoción, escaparate y plataforma de nuestras autoridades? Creo que es esa la respuesta que más cuadra a toda la gente a la que he trasladado estas mismas preguntas.
Y, aun con todo eso, aplaudo la oportunidad que me brinda el Festival de visionar en pantalla grande y en versión original películas a las que difícilmente tendría acceso en Huesca. Y esa es otra de las cosas que encuentro extrañas en este Festival: que se premie a cineastas cuya obra jamás ha sido proyectada en las salas comerciales de nuestra ciudad. Salvo en un conocido cine-club, ningún cine se atreve a proyectar a Kaurismaki, Philibert o a los Taviani, ni a la inmensa mayoría de los nombres del largo palmarés del Festival. Ese desconocimiento por parte del espectador medio de los nombre premiados contribuye a crear un gran desnivel entre los programadores y el público: los primeros, conocedores de los arcanos del 7º arte, deciden lo que nosotros, ciudadanos de a pie, debemos admirar. No se trata, pues, de un festival del público y para el público, sino de una élite político-cultural que tal vez entiende mantenerse en su elitismo gracias a ese desnivel.
No obstante esto, los programadores y diseñadores del Festival hacen lo posible por acercarnos la obra de los premiados mediante la proyección de una semblanza-reportaje previa a la entrega de galardones; así justifican ante el público oscense que Nicolas Philibert, desconocido para la inmensa mayoría de nosotros, oscenses, reciba un homenaje. Pero, ¡qué curioso!; una vez convencido el público de que el autor de "Être et avoir" merece su galardón, van y nos ponen una película de Andrea Arnold (por cierto, estupenda). Y es que tal vez piensen los programadores que sería desaprovechar un viernes noche proyectando un documental de Philibert, relegado como quien dice a las proyecciones subalternas del mediodía. Y lo mismo pasó con el premio a los Taviani: tras el homenaje, ¡zas!, lorigazo al canto. O hay muy poca lógica en la manera de programar, o es que se creen muy poco los méritos de los galardonados.
Y, aun y todo, sigo aplaudiendo al Festival, que me hace pasar tan buenos momentos como con la obra de Marc Recha: otro premiado, relegado a la sesión de las 5 de la tarde. Sin embargo, nuestro festival por excelencia adolece de los mismos defectos que los demás eventos de nuestra ciudad: la importancia que se da a críticos, programadores y especialistas venidos de fuera, para quienes se reservan butacas estratégicas en el Avenida; lo mismito que en la Feria de Teatro, concebida para los programadores; o igual que en Periferias, en el que se ve llenas las últimas filas del Matadero de los amigos de los organizadores. Y aunque sean financiados con dinero público, estos festivales no son para el público.
Terminando: un aplauso al Festival como espectador egoísta; aunque se me conmueva el ciudadano que llevo dentro cuando se me reflexiona sobre los entresijos de la política cultural local.

jueves, 7 de junio de 2007

POEMA: "Aguilucho lagunero"

AGUILUCHO LAGUNERO

Ratones, ranitas, pollos nidífugos, todos vibran dentro del fértil cañaveral. El aguilucho, cual detector de radiaciones, varía espasmódicamente su vuelo rasante por encima de la alberca. Cuando haya encontrado una inflexión en la monotonía del plancton cenagoso, se envalentonará a rasgar sus valiosas rémiges para llevar sustento a su prole.
Nada. Otra vez nada.
El plumero de un alto carrizo se ha quedado prendido a su cola, y disfruta de barloventos y sotaventos en los giros de tan sabio jinete de las corrientes.
El aguilucho está hambriento, y fochas y patos, aún confiando en su excesivo tamaño como presas, reculan ante los quiebros inesperados del mondrian de la alberca.
Suena el atardecer. El aguilucho se retira y despiertan los mil enigmas de la charca: sapos, rascones y polillas, se entregan al juego titilante del amor.

POEMA: Me, myself and I

ME, MYSELF AND I

Tres cuervos en formación traen presagios funestos a la caterva de sentimientos en peregrinación a tierra santa.
El vértice más adelantado es el cuervo de tus caricias: carroñeras membradas en el muladar de mi amabilidad; a su derecha, recuerdos en los que funda esperanza el placer; izquierda, la locomotora de sísifo.
Y descolgado, casi imperceptible, completando el rombo, separado como la osa menor de la polar, un cuervo triple: me, myself and I.

POEMA: "En el farallón..."

EN EL FARALLON levantado por el valle que hace mi cabeza en la almohada, amanece un verdor: la futilidad del amor.
Me prohibo placer ilusorio de transición entre risas y llantos, ¿para qué, si no podré conservar en cuerpo y alma esta sensación de abracadabra volcánico?
Nado en el desamor entre corrientes poco violentas. No obstante, qué bello es hundirse en el momento.

lunes, 4 de junio de 2007

RESEÑA: "Metafísica de los tubos", de Amélie Nothomb (publicada en TURIA en abril 2002)

NOTHOMB, Amélie, Metafísica de los tubos. (Versión española de Sergi pàmies). Anagrama. Barcelona, 2001. 143 páginas. 10.22 €

Metafísica de los tubos forma parte de la nueva estrategia editorial de Anagrama, interesada últimamente en la más actual literatura de expresión francesa. Dentro de estas nuevas adquisiciones figuran obras de Yasmina Reza, de los muy controvertidos Catherine Millet, Michel Houellebecq y Frédéric Beigbeder: cosa de la que todo aficionado a la lectura no puede sino alegrarse. Sin embargo, la capacidad mediática y el fulgurante éxito de estos novelistas (Reza y Houellebecq cultivan otros géneros) parecen haber sido el principal motivo del fichaje de estos nombres por la editorial barcelonesa: no siempre la calidad está au rendez-vous cuando las posibilidades comerciales son las únicas que guían la elección de los autores.
La apertura a nuevas fronteras no conlleva la apertura a nuevas formas de expresión: Amélie Nothomb, ciudadana belga nacida en Japón en 1967, no va a contribuir a la renovación del género novelístico. Autora ya de nueve obras, conoció una temprana y excelente acogida editorial con la publicación de Hygiène de l'Assassin (1992, Prix littéraire de la Vocation y mención del Prix Alain Fournier), que creció con Las Catalinarias (Prix du jury Jean Giono, 1995, Circe), y recibió su definitiva consagración con Estupor y temblores (1999, Anagrama) al ser merecedora del Gran Premio de la Novela de la Academia Francesa. Su escritura se ha caracterizado por la accesibilidad lectora, aun a pesar de que los temas elegidos no hayan sido siempre los más comerciales.
Metafísica de los tubos es una novelita facilona y bien digerible. Su estructura estrictamente lineal favorece la deglución urgente a bordo de traqueteantes autobuses o atronadoras estaciones de ferrocarril: esto hace de ella objeto de consumo rápido y masivo. Si el desorientado lector cree encontrar solución (o simple discusión) a los grandes enigmas de la humanidad en esos títulos -cierto, bien elegido- se sentirá defraudado: si de metafísica se trata en esta la última novela nothombiana es debido al endiosamiento a que se ha sometido su autora, personaje mediático, al escribir sobre sí misma.
En Japón todos los niños son considerados como dioses, como okosamas; y Mlle. Nothomb nació en el país del sol naciente debido al cargo diplomático que ostentaba su padre. Este hecho, unido al ensimismamiento de la primera infancia, hace que la narradora se asemeje en su infancia con una divinidad: "Dios era la satisfacción absoluta... Dios no vivía, existía... Era todo saciedad y eternidad". Y siendo sus principales actividades dormir, comer y excretar, abiertos "todos los orificios para que los alimentos y los líquidos lo atravesaran", Dios es equiparado a un tubo: ahí reside la carga metafísica de la novela.
Durante los tres primeros capítulos, la narradora escribe en tercera persona, pasando a la primera en el momento en que la niña-dios adquiere plena consciencia de sí misma gracias a una tableta de chocolate blanco: el placer sensual como semillero de la identidad. La niña va creciendo en inteligencia y cinismo, aprende a leer por sí sola gracias a Tintín, aprende a hablar japonés antes que francés, y hasta se familiariza con el concepto de la muerte: todo eso antes de los tres años, punto final de la novela, momento en que reconoce que tendrá que dejar ese paraíso terrenal encerrado en el jardín de su casa: de la misma manera que recientes investigaciones revelan que Adán y Eva hablaban flamenco, Dios es belga.
La novela es, en cierto modo, un acto de homenaje al escenario edénico de la niñez. Ya en Estupor y temblores Nothomb volvía a Japón como empleada en una empresa: la experiencia fue de todo menos satisfactoria, por lo que la autora debió de sentir la necesidad de la reconciliación. El lenguaje y la escritura, que la belga declara ser su único exutorio, salvan el pasado de la usura del tiempo: "lo que te ha sido dado te será arrebatado, tienes el deber de recordar todos estos tesoros", dice en un pasaje de Metafísica. Por esto mismo, Nothomb cree útil ofrecer a sus lectores (numerosos y fieles) el placer de esta narración ombliguista, en la que la escritora consagrada puede dar rienda suelta a su megalomanía (hablar de sí mismo en 3ª persona es síntoma clínico) y a su necesidad de reafirmación. La escritura ha de servir, por consiguiente, para trazar las grandes líneas de la personalidad, para acometer la búsqueda de la identidad..

Comentaba más arriba que la niña cobra conciencia de su yo gracias a un tableta de chocolate blanco que le ofrece su abuela: "el placer es una maravilla que me enseña a ser yo mismo. Yo sede del placer. El placer soy yo: cada vez que exista placer existiré yo. Ningún placer sin mí, ¡yo no existo sin placer!", dice la pequeña. Una sensación que le permite conocer el mundo desde la individualidad, y cuyo imperio se extiende hasta la edad adulta, a pesar de que la sociedad menosprecie su valor a beneficio del raciocinio. Se trata, según la narradora, de una "secta de imbéciles que oponen sensualidad e inteligencia", lo que no hace sino empobrecerles y les reconforta en su convicción de ser brillantes.
"El deleite, en cambio, nos hace humildes y admirativos con lo que produce, el placer despierta la mente y la empuja tanto hacia la virtuosidad como hacia la profundidad." Sólo el goce sensual abre, pues, la puerta del conocimiento de sí, punto en el que podría coincidir con Freud y su principio de placer. Pero lejos de situarlo en la trinidad de fases infantiles, Nothomb lo basa en la ingestión de golosinas: planteamiento un tanto acientífico que sitúa al individuo en una banal humildad identitaria.
Más delante dirá, sin embargo, que "nuestras personalidades son nulas, nuestras inclinaciones resultan a cuál más banal. Sólo nuestras repulsiones nos definen realmente." Y no es el placer esta vez, sino el displacer lo que permite al individuo su posicionamiento en el mundo. Constante en la novelística nothombiana, la confrontación antagonista se centra en algún personaje o grupo de personajes que le sugieren la más viva repulsión. En el caso de Metafísica de los tubos el ejemplo es revelador. Asombrada de que una bandera en forma de pez (la sempiterna carpa de la cultura nipona) simbolice el mes de los chicos, la niña desarrollará durante la segunda mitad de la novela una repulsión intensa por los peces; hasta el punto de sufrir pesadillas obsesivas: "de noche, en mi cama, la oscuridad se poblaba de bocas abiertas. Bajo mi almohada, lloraba de terror (...) No era su estómago lo que me repuganaba, sino su boca, el movimiento de válvula de sus mandíbulas que me violaba los labios durante eternidades nocturnas." Se puede observar en esta asociación pez-muchachos la revisitación de los terrores infantiles que se proyectan hacia el futuro, hacia la adolescencia y la edad adulta en que jóvenes y hombres exigen con violencia la satisfacción del deseo sexual: ávidas bocas, ávidas manos que amenazan la tranquilidad del frágil castillo.
¿Una cierta androfobia? Es probable si la ponemos en relación con los depositarios de la confrontación antagonista de sus demás novelas. Y si hay otra constante en la obra nothombiana, esta es la presencia del monstruo, que suele ser un viejo o un obeso personaje poseedor de los peores vicios y las más deleznables obsesiones. En Hygiène de l'assassin, la heroína, una joven y sagaz periodista, debe enfrentarse al escritor de éxito Prétextat Tach: un enorme hombretón amante de todos los excesos que tiene aterrorizada a la comunidad periodística con sus exabruptos. Un caso análogo se da en Las Catilinarias, donde el enemigo ha sido bautizado con el nombre de Kyste. Y en Mercure, novela de 1998, Hazel es rescatada de los bombardeos por un anciano "que devora con los ojos", arquetipo del ogro, quien le prohíbe mirarse en los espejos so pretexto de que la guerra ha desfigurado su cara. Hazel halla, sin embargo, un espejo en la habitación de su benefactor; un tipo de espejo que en francés recibe el nombre de "psyché": el alma. "Je me vois donc je suis", dice Hazel reciclando la sentencia cartesiana. Así, cuando la pequeña de Metafísica de los tubos se cae en el estanque -aturdida por la masculina presencia de las carpas- y se hace una profunda brecha en la cabeza, proclama: "¡Quiero verme en un espejo! ¡Quiero ver el agujero de mi cabeza!" La necesidad de verse y de conocerse -la cabeza como sede de la inteligencia, del alma- se dan la mano en estas exclamaciones.

Vemos, por consiguiente, que Metafísica de los Tubos explota el tópico de la feminidad amenazada, y eso a través de una estructura carente de procedimientos narrativos como, por ejemplo, los saltos de tiempo: el único flashback, la entrada del padre en las clases de canto No, apenas quiebra la linealidad argumental. Por otra parte, el dibujo de los personajes, escasamente esbozados, los hace aparecer como hieráticos figurantes de un ritual a la mayor gloria del okosama. Y eso, que tal vez respondiese a una sobriedad perseguida, puede esconder escasez de recursos. La versión española, a cargo de Sergi Pàmies, da buena cuenta del original francés, a pesar de algunas licencias que, como traidor profesional, debe acometer todo traductor. No seré yo quien la emprenda con la larga lista de traductores catalanes, pero algunas catalanades son decididamente flagrantes: como ese adjetivo, "cranial" que aparece en dos ocasiones en la página 45; o, en otro orden de ocurrencias, la adopción de términos ingleses tradicionalmente utilizados en francés pero que en castellano suenan fuera de lugar, como "stock" (resto, depósito). Una última más grave: confundir 'circunvolución' con "circunvalación" (página 20), dando así fe de las prisas del señor traductor.

En definitiva, que cabe saludar con un aplauso la llegada masiva de escritores de lengua francesa al panorama editorial español, a pesar de que la selección no cumpla siempre las exigencias de calidad que se espera de uno de los grandes sellos hispanos: no se debería acoger todo producto viniera de donde viniese, pues, como afirma la narradora de Metafísica de los tubos: "Vivir significa rechazar. Aquel que todo lo acepta vive igual que el desagüe de un lavabo."