He visto, por 2ª vez, el corto de Jesús Bosque, y me ha vuelto a parecer estupendo. Preparativos in situ del 1º Festival Internacional de Cine Español en el Sáhara: mientras unos montan la carpa y la pantalla exterior, otros se disfrazan de beduinos. Apabullante frivolidad, a la que no daba crédito cuando vi a la socialista oscense Amparo Leiva cubierta de velos. A punto estuve de irme de la sala, temiendo que toda la cinta no fuera sino una continuada alabanza del mundo socialista de la cultura. Algo que no me hubiese extrañado, pues ya entonces Jesús Bosque mantenía una estrecha colaboración con la cultureta municipal.Pero no.
La entrevista realizada a alguien de la organización, tras el fracaso de la proyección de "Al otro lado de la cama", ganó la partida al prejuicio anterior: tal fue la sarta de lugares comunes, de frases bientencionadas, de memeces vertidas por ese mequetrefe acerca de la función que podía cumplir la cultura en una población exiliada como la de Smara. A partir de allí, la autoexclusión del público local de las proyecciones, los discursos de Silvia Munt, Julio Medem, Rosa Regás, acerca del derecho de acceso a los bienes culturales que posee todo individuo, fueron más ilustrativos que cualquier análisis neocolonialista sobre la relación España-Sáhara. La guinda del pastel fue la actuación de Fermín Muguruza en la carpa ya ocupada por españoles, entre cubatas y hurras a la autodeterminación sahariana. Inenarrable.
"Todo sobre mi jaima" deja a la altura del betún, a mi entender, a la autocompaciente cultureta española. Poco les importó que los saharauis no comprendieran la lengua de las películas, ni que las escenas eróticas escandalizaran: los españolitos se reunieron bajo el cielo estrellado del desierto, se convencieron de sus coincidencias ideológicas y lo celebraron con cubatas y raggamuffin. ¿Ha llegado a ver la comitiva cultural española el corto de Bosque? Ojalá, pues sabría que mi enorme vergüenza ajena ha encontrado merecido portador en los que concibieron el festival.
Al final, la comitiva abandona el campamento dejando montada la pantalla exterior: gran espejo de imágenes de Europa, inservible para el reflejo de la situación de exclusión de la población autóctona. Como los árboles de Carneiro en Piracés, como los de Nash en Berdún, esa pantalla es el vestigio de una invasión cultural que el tiempo o un hacha hábil se encargarán de derribar.
1 comentario:
Es evidente que el documental de Jesús es estupendo, y también es evidente que tu odio endémico hacia los sociatas te convierte en un cenutrio (y no seré yo quien los defienda).
Tu has participado de la "cultura oficial" como el que más, así que sé un poquito más prudente. Un Ayuntamiento es un cliente como otro cualquiera, lo gobierne quien lo gobierne, y un profesional trabaja para sus clientes. Eso no implica que esté de acuerdo con ellos ideológicamente, ni que les baile el agua, ni que no pueda hacer cosas fuera de allí.
A ver si te aplicas tus propios cuentos y aprendes a diferenciar el grano de la paja.
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