CONCESIONES AL DEMONIO: "ocurrencias-pegote", machismo, misoginia y clasismo. El cóctel ideal de la literatura derechista
Preocupado
por que otra vez estuviera analizando una obra temprana, o, digamos,
juvenil de ÓSCAR SIPÁN (lo que él ya me achacó
cuando me referí a su Pólvora
mojada –Sipán contaba entonces 29
años), ya sabéis que me puse a estudiar Avisos
de derrota, publicada cuando el escritor
tenía todavía 34 primaveras. Así que me hice con
su penúltimo trabajo, CONCESIONES AL
DEMONIO (Onagro, Zaragoza, 2011), de la que
la solapa dice que es su primera novela (sabemos que no es cierto,
pues la publicó unos años ha).
Sipán
escribe primordialmente relatos; cortas narraciones en los que
intenta sorprender al lector con un giro inesperado o dejándolo
in albis al final –lo que podría equivaler a decir que, en
muchas ocasiones, se ofrece al lector la posibilidad de imaginar el
desenlace.
La novela
(como se dice que es Concesiones...)
requiere de un desarrollo más largo, gracias al cual tal vez
sea posible no sólo evaluar el oficio del contador de
historias (Sipán cuenta historias), sino también
averiguar su habilidad para tramar estructuras más complejas.
Viendo lo
visto, afirmo que Concesiones...
tiene de novela únicamente la pretensión de serlo, ya
que en ella Sipán sigue ofreciendo relatos cortos (mismo
estilo, misma oferta de sus anteriores entregas) aunque exista una
ligera urdimbre que los una.
Sí,
todos los personajes que aparecen en Concesiones...
tienen un vínculo común: son todos vecinos de un mismo
edificio, el "Edificio Zabulón", cuyo croquis se nos
muestra en la página 9 de la obra.
El marco
era prometedor, la verdad. Esperaba yo encontrarme con una estructura
al estilo de Pot-Bouille
de Zola –novela en la que los personajes están
interconectados e interactúan–, o de tantos otros ejemplos
de casas de vecinos convertidas en escenarios de vidas paralelas con
necesarias convergencias.
Pero,
aparte de eso, los personajes de Concesiones...
han merecido desarrollos independientes, vicisitudes vividas al
margen del resto de convecinos, sin que éstos influyan en las
aventuras de cada cual. Excepción hecha de Livio Carneiro y
Nigel Farmer, los dos personajes del relato titulado "De la
bendición de las olas", quienes conocen un desarrollo
paralelo. Y es que los dos son escritores...: maestro y pupilo...:
"gente especial"...
El último
de los capítulos del libro pretende aportar el desenlace a
todas las deslavazadas historias, sin ligazón realmente
estructural, que hasta entonces Sipán nos había ido
librando sin aparente conclusión. Y es que el lector se queda
impávido ante el final, digamos, inconcluso de cada relato
–como si el autor se hubiera sentido "imbuido
por" (luego sabréis por qué
utilizo y además subrayo esta inexistente expresión)
una mala lectura de RAYMOND CARVER–, sin que los insulsos
acontecimientos relatados hasta ese momento conozcan una conclusión
plausible y, por consiguiente, una justificación aparente.
Yo, os lo
tengo que confesar, me he sentido avergonzado en muchísimos
pasajes de esta sedicente novela –que, repito, no es sino otro
libro de relatos de SIPÁN, con el mismo estilo, la misma
oferta, la mayor parte de los defectos detectados en Pólvora...
y en Avisos..., pero,
sobre todo, una mayor carga de elementos
perfectamente rechazables a no ser que uno sea un Cromañón
o un reaccionario impenitente.
Permitidme
comenzar el desmenuce de Concesiones al demonio con una alusión
a su estilo, que se
verá seguida de un anális pormenorizado de los
descarados machismo y clasismo
de los que no puede evitar hacer gala nuestro escritor de Quicena.
1.- El
estilo de Sipán: ocurrencias-pegote para "epatar"
Recordad
cómo señalaba el estilo del miembro de nuestro Consejo
Aragonés de la Cultura en mi recensión sobre Avisos
de derrota: "frases habitualmente cortas
que, de vez en cuando, se ven adornadas por un corolario culturizante
o pretendidamente lírico".
¿Ha
cambiado en algo Sipán de ese tiempo a esta parte? No: es el
mismo.
Lo único
que puede resultar interesante para nuestra hipótesis es la
manera en que el propio Sipán define su estilo a través
de su trasunto en Concesiones...
(y lo es por varios motivos: siendo escritor en ciernes, Livio
Carneiro es el único personaje positivo de todo el edificio;
pero, sobre todo, ese personaje gana un premio en el Pirineo de
Huesca (en "El pueblo perverso",
p.116). Así es el estilo del trasunto de
Sipán), según lo define otro personaje:
"el
chico trabajaba como los grandes publicistas: a frase ganadora. Pese
a algunos errores de sintaxis, una libertad narrativa que recordaba a
los beatniks y cierta mirada desenfocada producto de la
inexperiencia, detecté el veneno de los buenos libros"
("De la bendición de las olas", p.71) -subrayo las frases que resultarán útiles a posteriori.
"A
frase ganadora", "como los frandes publicistas". Esto
nos revela que Sipán trata de "epatar" a su lector,
sorprendiéndolo como lo hacen los vendedores de productos; y
que su estilo buscado consiste en la inserción de frases
explosivas, sorprendentes, ora líricas ora referenciales a
otras obras, en los que el escritor parece desear centrar su
maestría, su talento, su genio.
El
resultado que yo creo que busca Sipán es el de una prosa
narrativa que resulte poética (¿'poética'?
–¿pero no decía él que la "poesía
es el refugio de los mediocres"?) o, cuando menos, lo más
sugerente posible.
En mi
opinión, lejos de conseguir eso, lo que hace Sipán es
colocar unas frases más bien estúpidas que, como decía
para Avisos..., suelen
más entorpecer la lectura que atraernos hacia el mundo propio
del autor.
Y es que
esas frases, ya sean puestas en labios de uno de los personajes o
dictadas directamente por el narrador (el deus
ex machina que mueve todo el inconsistente
artilugio), aparecen lo más a menudo como "ocurrencias"
sin sentido con los que Sipán quiere "epatarnos".
Ocurrencias que, además, son separadas de su párrafo
correspondiente para figurar, solas, independientes, como grandes
pero lívidas frases lapidarias: pegotes.
Veamos
algunas de esas ocurrencias de entre las más "sabrosas"
que he podido pescar en el río turbio de Concesiones...
:
- "la
música de las tragaperras, la bossanova de los pobres"
(dicho por un personaje en "Luz en la puerta", p.14)
- el
personaje protagonista de "Luz en la puerta" (que narra el
relato) dice en un momento "al salir a la calle, los vencejos
intentan suicidarse como kamikazes que amaran la vida" (p.17,
poética del paisaje) y, poco después, "no
desandaré otra vez el camino de baldosas amarillas de Oz"
(p.18, ñoñería que no "casa" con la
psicología de quien haya dicho la primera frase).
- el mismo
personaje, que es creyente y practicante católica (de misa
diaria), nombra a Jesucristo "el hombre crucificado"
(p.18): escasamente creíble para alguien tan religioso –máxime
si, poco después, dice que "yo debía encontrar a
un hombre con el corazón y las pelotas de oro" (p.22) sin
que ningún arrebato repentino del deseo le impulse a hablar
así.
- ella
misma dice, al recordar a su madre, "miro su rostro hemofílico
y doliente" (p.19). Curiosa combinación
que Sipán ya utilizó en Avisos de derrota al referirse
al “retrato de su madre, hemofílico y
doliente” (Avisos,
p.34). Fijación materna que el autor va depositando constante
pero torpemente en varios textos.
- En
"El dragón perdido", el jubilado protagonista
considera si debe "dejar(se) imbuir por
el espíritu positivo" (p.59). Además de que el uso
de esa preposición es incorrecto, nótese que ese mismo
verbo 'imbuir' ya fue utilizado incorrectamente en otro relato de
Sipán, “Cordero de dios”, incluido en Polvora
mojada: "Imbuido en un caos"
(p.19). De nuevo, ¿una fijación, un guiño
estúpido al lector? ¿o simplemente uno de esos "errores
de sintaxis" con los que Sipán se define su propio estilo
a través de uno de sus personajes? En cualquier caso, torpe.1
-
Así, en "Luz en la puerta"
(p.14) hace Sipán decirle al novio de la protagonista "eres
la inspiración de mis días, la espiración
de mis noches" –término de uso principalmente religioso
que suena imposible en boca de un ateo como es Leandro.
- En
"Pastor y navegante", el narrador habla del motivo por el
que el joyero mujeriego no puede detenerse en un solo amor: porque
"hay más estrellas en el cielo" (p.28) –verso de
un poema de Fonollosa del que Sipán se apodera sin ningún
miramiento, referencia ni justificación.
- En ese
mismo relato, el joyero ve pasar a unos estudiantes por la calle
desde su mesa del restaurante, de quienes dice que van "soñando
el tiempo de los vagabundos" (p.34) –sin justificación
ninguna, sin posibilidad de comprender qué pretende decir, sin
referencia en ninguna otra parte del relato, este predicado es una
concesión a la ñoñería...
- El joyero
de ese mismo relato sufre un accidente de coche y, como el tópico
pretende que antes de morir todos vemos pasar nuestra vida en pocos
segundos, a él le da tiempo además de pensar en la
música de su final: "siempre pensó que llegaría
al final escuchando a todo volumen algo grande, My
funny Valentine, de Chet Baker, Susie
Q de los Stones ..." (p.39) –pero,
amigo Sipán, ni Chet Baker compuso esa canción ni los
Stones la otra...
- "Pastor
y navegante", como vemos está trufada: "sala de
Urgencias de un hospital público, cosmorama que contiene el
mundo" donde "huele a helado de vainilla y a fiebre alta"
(p.41)
- El prota
ciclista de "Flor de las columnas enfermas" habla
brevemente con una tal Tacha, y "buscó en su memoria
sexual y llegó a la conclusión de que tenía el
tono de voz de Janis Joplin" (p.49) –o sea, que se acostó
con Janis Joplin... En es mismo relato (p.54) se lee que "El
mundo era tan extraño que las cajas negras de los aviones las
pintaban de color naranja" –¡qué estupida
paradoja, de verdad! ¡Qué infantil!
- Laura, la
prota de "La bestia insaciable", dice sobre sus padres que
"se conocen tan profundamente ... que han desarrollado un
sistema de comunicación basado en ... gestos, imperceptibles
al ojo humano" (p.91) –y, entonces, ¿ella es un
alienígena?
- Un relato
de Carneiro en "El pueblo perverso" – "Rebelión
en la granja" en el que el narrador dice que "como hijo de
minero, sufro la invisibilidad de los microbios" (p.112)
–vaya...!
En
definitiva, si Sipán pretende convencernos de que todas estas
frases, todas estas "ocurrencias" que van de la ñoñería
a la sinrazón, son las "frases ganadoras de los frandes
publicistas" (como decía de su estilo), lo que
verdaderamente puede ganar es un premio a la estulticia.
2.- La
ética de Sipán: machismo y misoginia.
Sí:
Sipán parece poseer una ética
terriblemente machista.
En este
sentido, hay dos aspectos que desarrollar: uno, averiguar si el
tratamiento que reciben las mujeres en el texto tiene un correlato en
la manera en que son tratados los hombres. Podría afirmarse
que si ese correlato es positivo, hombres y mujeres son considerados
en pie de igualdad; si, por el contrario, hombres y mujeres son
definidos y dibujados diferentemente, ello se debe a la convicción
profunda del autor del texto de que existen diferencias ligadas a su
género o a su rol.
Y hay que
decir que en Concesiones...,
ese correlato es negativo; es decir, que el trato que merecen hombres
y mujeres es desigual.
El
2º aspecto podría resumirse mediante lo que decía
acertadamente la periodista Pepa
Blanes en un reciente artículo: "la crítica fílmica feminista siempre ha denunciado que el cine mostraba a la mujer en binomios, con polos positivos y negativos. La madre frente a la prostituta, la femme fatal frente a la chica buena. Las mujeres que veíamos en la gran pantalla eran débiles, románticas, vicarias y sin autonomía narrativa. La realidad es machista, pero como la filósofa Judith Butler decía sobre la pornografía, representarla es perpetuarla".2
Y en este caso, Concesiones... se nos presenta como una herramienta de perpetuación del machismo.
Veamos el porqué de ambos aspectos.
Por una parte, no es nada difícil comprobar que las mujeres de Concesiones... son siempre descritas físicamente, señalando por añadidura si son deseables sexualmente o si no lo son. Y ello al contrario de los hombres, que, cuando son descritos no lo son ni teniendo en cuenta su posible atractivo sexual, ni directamente: todos ellos son descritos mediante el recurso al espejo, mientras se miran en él, siempre de manera muy simplificada.
Ejemplos en los que las mujeres son descritas según su físico:
Blanes en un reciente artículo: "la crítica fílmica feminista siempre ha denunciado que el cine mostraba a la mujer en binomios, con polos positivos y negativos. La madre frente a la prostituta, la femme fatal frente a la chica buena. Las mujeres que veíamos en la gran pantalla eran débiles, románticas, vicarias y sin autonomía narrativa. La realidad es machista, pero como la filósofa Judith Butler decía sobre la pornografía, representarla es perpetuarla".2
Y en este caso, Concesiones... se nos presenta como una herramienta de perpetuación del machismo.
Veamos el porqué de ambos aspectos.
Por una parte, no es nada difícil comprobar que las mujeres de Concesiones... son siempre descritas físicamente, señalando por añadidura si son deseables sexualmente o si no lo son. Y ello al contrario de los hombres, que, cuando son descritos no lo son ni teniendo en cuenta su posible atractivo sexual, ni directamente: todos ellos son descritos mediante el recurso al espejo, mientras se miran en él, siempre de manera muy simplificada.
Ejemplos en los que las mujeres son descritas según su físico:
- 11 ("Luz
en la puerta"): "cajeras de ropa ceñida y mala
suerte"
- 12 ("Luz
en la puerta"): (sobre Nadia, compañera de la narradora y
dependienta como ella) "guapa" (14) "ríe con un
relincho de yegua joven"
- 15 ("Luz
en la puerta"): (prota es lectora para invidentes; Andrés,
ciego, le espera con una erección, que sigue allí
durante y tras la lectura)
- 27
("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Carmela,
camarera bar) "Veintitrés años. Vulnerable.
Fotogénica (...) bonita por fuera" (38) "cuerpo de
bailarina del Bolshói, pechos pequeños de pezones
oscuros, las piernas ahorquilladas, la piel traslúcida, las
clavículas marcadas y el pubis depilado"
- 28
("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre joyero)
"considera (a la camarera, con la que se acuesta) un refugio
temporal, un balneario" (¿cabe mayor tópico que
éste, el del reposo del guerrero?).
- 29
("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Julia,
peluquera) "escote pecoso algo marchito ... fue mujer de rompe y
rasga, sueño erótico de todo un barrio"
- 34
("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre la camarera
del restaurante) "no es bonita, pero le gustan sus manos"
- 45 ("Flor
de las columnas enfermas") (sobre esposa del prota ciclista)
"cicatriz de la cesárea, como una res marcada por el
hierro familiar"
- 46 ("Flor
de las columnas enfermas") (sobre vecina del prota ciclista)
"pelo recogido en una gran cola ... escote libre de ataduras"
- 49 ("Flor
de las columnas enfermas") (prota ciclista, al oír a
Tacha al teléfono) "buscó en su memoria sexual ...
la imaginó dejándose fotografiar desnuda ... con el
pelo suelto y un tirante del sujetador caído" (al verla,
p.54) "falda ceñida a las caderas ... zapatos de tacón,
las orejas desnudas ... párpados manchados de azul"
- 62 ("El
dragón perdido") (jubilado, sobre camarera) "ojos de
pescado blanco poco hecho"
- 64 ("El
dragón perdido") (jubilado, sobre Zaida) "es guapa
... suavidad de su piel ... cabeza cubierta con un pañuelo ...
que esconde caracoles de pelo oscuro"
- 71 ("De
la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de
novelas de espías, sobre la dependienta de la tienda) "larga
melena rubia y los ojos azules"
- 85 ("De
la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de
novelas de espías, sobre bibliotecaria) "es una muchacha
que parece sacada de un cuadro de Gustav Klimt: fuego pelirrojo,
cuerpo acogedor y caderas esculpidas con bordes de acantilado"
- 85 ("De
la bendición de las olas") (Livio Carneiro, escritor
novel, sobre bibliotecaria) "preciosa con su bata blanc, las
pestañas con rímel y el pelo a lo garçon ...
cuerpo flexible y pálido, de gimnasta olímpica metida a
monja"
- 93 ("La
bestia insaciable") (Laura, sobre terapeuta) "Bárbara
... traje-chaqueta de Armani ... anillo de casada. No es guapa y no
se maquilla ... mirada turbia ... dientes perfectos de las mujeres de
IKEA ... gafas de diseño"
- 98 ("La
bestia insaciable") (Laura, sobre su amiga Alicia) "era
guapa, creativa y algo perversa"
Ejemplos en
que los hombres son descritos mientras se
miran al espejo:
- 26
("Pastor y navegante"): (habla narrador) "hombre lobo
del espejo"
- 47 ("Flor
de las columnas enfermas") (prota ciclista) "desnudo, se
contempló ante el espejo"
- 58 ("El
dragón perdido") (jubilado) "dejé de
reconocer al hombre del espejo"
Todo
esto significa que los personajes femeninos son cosificados como
objetos de deseo, permanentemente contemplados como posible fuente de
placer sexual. Al contrario de los personajes masculinos, que tan
apenas son descritos físicamente, y cuando lo son es porque se
miran en un espejo. ¿Por qué? Tal vez sea un mero
recurso en el que Sipán
se reconoce como un "igual" de esos personajes que miran,
desean y, sobre eso, evalúan a las mujeres.
Pero
el recurso al espejo puede tener una significación más
profunda.
Cuando
la voz de la conciencia baja la guardia –por desconocimiento de lo
éticamente reprobable o porque en el ejercicio de la escritura
uno puede dar rienda suelta a sus fantasmas ocultos– es posible que
aflore el subconsciente. Y, sobre este aspecto, el recurso al espejo
puede servirnos como herramienta para sondear el subconsciente del
escritor Sipán que pudiese aflorar con la escritura.
El
psicoanalista Jacques Lacan desarrolló en El
estadio del espejo como formador de la función del yo,
una de sus más importantes teorías, consistente en que
la individuación del niño se inicia cuando contempla
por primera vez su imagen en un espejo. El niño, aseguraba
Lacan, se ve en el espejo en brazos de su madre y toma conciencia de
que él es un ser aparte de ella (con quien hasta entonces se
ha sentido uno), por lo que puede sentir alegría (sabe que es
"alguien") o tristeza (pues esa ruptura con la madre le
resulta dolorosa, complejizándose en el Edipo).3
El
recurso al espejo, pues, podría ser una reminiscencia infantil
anclada en el subconsciente, que remitiría a una de dos cosas:
a un intento por parte del niño de individuarse, de buscar una
identidad que la fantasmática unión a la madre le había
impedido tener; o de reencontrarse en el espejo con esa madre que la
entrada en el mundo adulto a todos nos obliga a perder. Creo que la
validez de una u otra opción depende del tratamiento que se dé
a las mujeres: si es positivo, en el espejo el subconsciente
reencontrará a la madre querida; si es negativo, por el
contrario, el espejo recuerda al sujeto que fue abandonado por la
madre.
Y
aquí entramos en el 2º aspecto que considerábamos
al citar a la periodista Pepa Blanes: las mujeres son descritas por
Sipán siguiendo una polaridad positiva-negativa; son
deseables, sí, pero al mismo tiempo son casi mayoritariamente
tratadas como enfermas, con problemas
psicológicos, incluso cercanas a una cierta indigencia
infantil. Veamos algunos ejemplos:
- 12 ("Luz
en la puerta"): (sobre Nadia, compañera de la narradora y
dependienta como ella) "con una marcada tendencia a la depresión
... naturalidad para el dolor"
- 27
("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Carmela,
camarera bar) "desfigurada por dentro (...) madre depresiva
(...) cuello frágil de antílope (...) muñeca
rota.
- 30
("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Julia,
peluquera) "la maternidad es su tormento ... madre frustrada
antes que mujer"
- 60 ("El
dragón perdido") (jubilado opina) "la melancolía
nació cuando la hembra miró al macho en el Arca de Noé
y recordó a otro"
- 71 ("De
la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de
novelas de espías, sobre dependiente tienda) "ojos azules
y traicioneros de Judas Iscariote"
- 85 ("De
la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de
novelas de espías, sobre bibliotecaria) "se mueve entre
los libros como las siervas del conde Drácula. Si te sonríe
en sus dominios las motas de polvo se ralentizan ... el corazón
y los genitales se desconectan del cerebro"
- 85 ("De
la bendición de las olas") (Livio Carneiro, escritor
novel, sobre bibliotecaria) "ojos vivarachos que retienen la
adolescencia".
Lejos de
ser un elemento exclusivo de estas Concesiones
al demonio, la consideración enfermiza
y casi fatal de las mujeres aparecía también en el
anterior Avisos de derrota.
Sipán,
de esta manera, demuestra ser un escritor
machista y misógino.
3.- La
ética de Sipán: clasismo evidente
Hay una
constante en la obra de Sipán y que ya constatamos en Avisos
de derrota: la contemplación de los
personajes desde una más que evidente superioridad.
Sin duda,
el acto de escritura permite al narrador proponerse a sí mismo
como demiurgo que todo lo controla, efectuando al mismo tiempo una
especie de justicia poética consistente en ajustar cuentas con
la realidad.
Y eso mismo
parece hacer Sipán al tratar con tan poco afecto, con tanto
desdén a sus personajes.
En alguna
ocasión me han sugerido que la conciencia igualitaria, o
incluso izquierdista, de Sipán quedaba fuera de toda duda,
plasmándose además en su obra literaria.
Podría
ser cierto si uno se atuviera a la extracción social de esos
personajes: la puesta en escena de gentes poco afortunadas, que
sufren los embates de la mala fortuna, podría darles
protagonismo, hacerlos visibles. Pero para que el ánimo
igualitario de Sipán fuera realmente creíble, sus
personajes deberían ser tratados con más cuidado,
evitando en lo posible dibujarlos en tono negativo.
Y es que,
además del trazo negativo, suele haber en las expresiones de
las que Sipán se sirve para caracterizar a esos personajes de
clase media-baja una retranca insultante, señalando de esa
manera que su extracción social y económica los ha de
abocar necesariamente al lumpen y a la miseria.
Así,
las jovencitas que observa la protagonista de "Luz en la puerta"
son "cajeras de ropa ceñida y mala suerte" (p.11).
Tacha, la joven con la que habla el ciclista de "Flor de las
columnas enfermas" posee la "elegancia de una condesa
reconvertida en prostituta" (p.54). La camarera del bar que
aparece en "El dragón perdido" "bosteza
mientras mira la televisión ... educación inexistente"
(p.62). La terapeuta de Laura, en "La bestia insaciable",
es, según la opinión de ésta, "como las
putas, sólo es una desconocida que cobra por horas"
(p.92). Como marcada como bestia erótica es la propietaria de
la voz que contesta al interfono al joyero de "Pastor y
navegante"), ya que habla "con esa cachaza
caribeña que promete cumbia, ron y
acrobacias sexuales" (p.35).
En el caso
de los hombres denostados por el narrador, los ejemplos no se
refieren a su condición de juguete del deseo de éste,
sino que son caracterizados por su rol laboral. Así, el
ciclista de "Flor de las columnas enfermas" es "un
simple mecánico y vendedor de bicicletas" (p.47), de la
misma manera que el joyero es un "vendedor innato pero, a fin de
cuentas, un vendedor" (p.47). El desdén es mayúsculo
en el caso de que la suerte haya hecho de los personajes despojos
sociales o, por su origen geográfico todavía merecen
menos consideración de parte del narrador. En la sala de
Urgencias de "Pastor y navegante" entra "un chico con
sobredosis ... terminará trabajando como bedel de colegio,
reponedor de de hipermercado o peón en una fábrica de
inyección de plásticos" (p.41). Y todavía
mayor denuesto demuestra Sipán al referirse a los "hoscos
magrebíes ... como insectos palo ... vagabundos ..." que
pueblan la estación de autobuses de "Flor de las columnas
enfermas" (p.53) –a los que se unen las gentes sin interés,
del montón, que pasan el rato con entretenimientos banales:
"carne bautizada haciendo crucigramas" (p.53).
En
definitiva, que la falta de consideración a los personajes
pertenecientes a la clase trabajadora, especialmente si son mujeres,
a los toxicómanos y a los inmigrantes denota una ideología
claramente clasista que es imposible asociar con alguien igualitario.
Y siendo
que nos hallamos ante una constante en la obra de Sipán
(recuérdese que en Avisos de derrota
era más que evidente), no podemos por menos que afirmar que
Sipán no es un escritor recomendable
desde el punto de vista social.
¿Tendrá
este rasgo de su personalidad como narrador de historias con la
obsesión, doblemente repetida, por las esvásticas?
Recuérdese lo que se dijo en nuestro análisis de esa
obra:
"El
vendedor de pisos de “Cuarenta días de niebla"
interrumpe la visita de la bodega para ir al cuarto de baño;
la limpísima puerta, el personaje-narrador siente “esa
irresistible atracción de dibujar esvásticas en los
retretes” (p. 98). ¿Por qué 'esa'? El uso del
demostrativo remite a una experiencia conocida que se comparte con el
lector. Pero..., ¿pretende Sipán que nosotros,
lectores, también sentimos esa "irresistible atracción"?
No, antes bien diría que el narrador comparte esa experiencia
con el escritor, quien sí pudo "dibujar esvásticas
en los retretes”. ¿Sipán, adolescente filonazi? Muy
fuerte, ¿no? Pero compárese este aserto con un hecho
real: el escritor envió en 2003 Mein
Kampf, de Hitler, a
este servidor: ¿quién guarda la obra del Führer
entre sus archivos?"
Y es que,
de nuevo en Concesiones el demonio,
unos jóvenes marcan una esvástica en las nalgas de la
adolescente Laura (en "La bestia insaciable"); y ella
afirma que le gusta. ¿Podría
esto confirmar la posibilidad de que Sipán fuera filonazi en
su adolescencia?
Habrá
que preguntárselo a él.
Resumiendo
y terminando.
Nos
hallamos ante una pretensión de novela
que no es tal, sino una colección de
cuentos con escasa urdimbre entre ellos –sea decir, lo mismo de
siempre en Sipán, quien no parece habilitado todavía
para afrontar una obra grande como sería una novela. Pero no
sabemos si desear que se atreva y afronte ese reto, pues su estilo,
consistente en una amalgama de
"ocurrencias-pegote" (o "frases
ganadoras de publicista", como dice uno de sus personajes), sólo
parece buscar nuestro asombro sensacionalista.
Y todavía
resulta menos deseable que se atreva a escribir una novela –en la
que ya no es necesaria la contención propia del relato corto–
en la que dejase todavía más sueltos sus fantasmas y
obsesiones, pues de nuevo podríamos toparnos con el dibujo con
trazo machista y misógino
de los personajes femeninos, que él considera desde una
distancia masculina
(tal vez fruto de una fijación a la
madre negativa y mal resuelta plasmada en su
manera de describir a los personajes masculinos). Falta
de empatía social, desdén,
incluso denuesto de quienes, entre los personajes, deben trabajar
para ganarse la vida.
Concesiones
al demonio: absolutamente prescindible –y, esperemos,
"irrepetible", en sentido etimológico del término.
1
El régimen preposicional correcto de 'imbuir' se realiza con
la preposición 'de': “imbuir (a alguien) DE algo” (Elia
Acacia, Prontuario de lectura,
p.157).
2
En “El feminismo a
medias de las ‘chicas’ Almodóvar”,
16/03/2016
http://ctxt.es/es/20160316/Firmas/4778/Mujeres-Almod%C3%B3var-cine-espa%C3%B1ol-feminismo-Volver-Mujeres-al-borde-Todo-sobre-mi-madre-Tribunas-y-Debates.htm
3
El estadio del espejo como formador de la
función del yo es el primero de
los Écrits (1958) de Jacques Lacan: Escritos,
trad. de Tomás Segovia, Siglo XXI Editores, 2ª edición.
Madrid, 1972. No obstante, en wikipedia hay un resumen de la teoría:
https://es.wikipedia.org/wiki/Estadio_del_espejo
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