viernes, 25 de marzo de 2016

DESMONTANDO A SIPÁN: EL "BLUFF" LITERARIO (III): machismo, misoginia y clasismo en "Concesiones al demonio"

CONCESIONES AL DEMONIO: "ocurrencias-pegote", machismo, misoginia y clasismo. El cóctel ideal de la literatura derechista

Preocupado por que otra vez estuviera analizando una obra temprana, o, digamos, juvenil de ÓSCAR SIPÁN (lo que él ya me achacó cuando me referí a su Pólvora mojada –Sipán contaba entonces 29 años), ya sabéis que me puse a estudiar Avisos de derrota, publicada cuando el escritor tenía todavía 34 primaveras. Así que me hice con su penúltimo trabajo, CONCESIONES AL DEMONIO (Onagro, Zaragoza, 2011), de la que la solapa dice que es su primera novela (sabemos que no es cierto, pues la publicó unos años ha).

Sipán escribe primordialmente relatos; cortas narraciones en los que intenta sorprender al lector con un giro inesperado o dejándolo in albis al final –lo que podría equivaler a decir que, en muchas ocasiones, se ofrece al lector la posibilidad de imaginar el desenlace.
La novela (como se dice que es Concesiones...) requiere de un desarrollo más largo, gracias al cual tal vez sea posible no sólo evaluar el oficio del contador de historias (Sipán cuenta historias), sino también averiguar su habilidad para tramar estructuras más complejas.
Viendo lo visto, afirmo que Concesiones... tiene de novela únicamente la pretensión de serlo, ya que en ella Sipán sigue ofreciendo relatos cortos (mismo estilo, misma oferta de sus anteriores entregas) aunque exista una ligera urdimbre que los una.
Sí, todos los personajes que aparecen en Concesiones... tienen un vínculo común: son todos vecinos de un mismo edificio, el "Edificio Zabulón", cuyo croquis se nos muestra en la página 9 de la obra.
El marco era prometedor, la verdad. Esperaba yo encontrarme con una estructura al estilo de Pot-Bouille de Zola –novela en la que los personajes están interconectados e interactúan–, o de tantos otros ejemplos de casas de vecinos convertidas en escenarios de vidas paralelas con necesarias convergencias.

Pero, aparte de eso, los personajes de Concesiones... han merecido desarrollos independientes, vicisitudes vividas al margen del resto de convecinos, sin que éstos influyan en las aventuras de cada cual. Excepción hecha de Livio Carneiro y Nigel Farmer, los dos personajes del relato titulado "De la bendición de las olas", quienes conocen un desarrollo paralelo. Y es que los dos son escritores...: maestro y pupilo...: "gente especial"...
El último de los capítulos del libro pretende aportar el desenlace a todas las deslavazadas historias, sin ligazón realmente estructural, que hasta entonces Sipán nos había ido librando sin aparente conclusión. Y es que el lector se queda impávido ante el final, digamos, inconcluso de cada relato –como si el autor se hubiera sentido "imbuido por" (luego sabréis por qué utilizo y además subrayo esta inexistente expresión) una mala lectura de RAYMOND CARVER–, sin que los insulsos acontecimientos relatados hasta ese momento conozcan una conclusión plausible y, por consiguiente, una justificación aparente.
Yo, os lo tengo que confesar, me he sentido avergonzado en muchísimos pasajes de esta sedicente novela –que, repito, no es sino otro libro de relatos de SIPÁN, con el mismo estilo, la misma oferta, la mayor parte de los defectos detectados en Pólvora... y en Avisos..., pero, sobre todo, una mayor carga de elementos perfectamente rechazables a no ser que uno sea un Cromañón o un reaccionario impenitente.
Permitidme comenzar el desmenuce de Concesiones al demonio con una alusión a su estilo, que se verá seguida de un anális pormenorizado de los descarados machismo y clasismo de los que no puede evitar hacer gala nuestro escritor de Quicena.

1.- El estilo de Sipán: ocurrencias-pegote para "epatar"
Recordad cómo señalaba el estilo del miembro de nuestro Consejo Aragonés de la Cultura en mi recensión sobre Avisos de derrota: "frases habitualmente cortas que, de vez en cuando, se ven adornadas por un corolario culturizante o pretendidamente lírico".
¿Ha cambiado en algo Sipán de ese tiempo a esta parte? No: es el mismo.
Lo único que puede resultar interesante para nuestra hipótesis es la manera en que el propio Sipán define su estilo a través de su trasunto en Concesiones... (y lo es por varios motivos: siendo escritor en ciernes, Livio Carneiro es el único personaje positivo de todo el edificio; pero, sobre todo, ese personaje gana un premio en el Pirineo de Huesca (en "El pueblo perverso", p.116). Así es el estilo del trasunto de Sipán), según lo define otro personaje:
"el chico trabajaba como los grandes publicistas: a frase ganadora. Pese a algunos errores de sintaxis, una libertad narrativa que recordaba a los beatniks y cierta mirada desenfocada producto de la inexperiencia, detecté el veneno de los buenos libros" ("De la bendición de las olas", p.71) -subrayo las frases que resultarán útiles a posteriori.
"A frase ganadora", "como los frandes publicistas". Esto nos revela que Sipán trata de "epatar" a su lector, sorprendiéndolo como lo hacen los vendedores de productos; y que su estilo buscado consiste en la inserción de frases explosivas, sorprendentes, ora líricas ora referenciales a otras obras, en los que el escritor parece desear centrar su maestría, su talento, su genio.
El resultado que yo creo que busca Sipán es el de una prosa narrativa que resulte poética (¿'poética'? –¿pero no decía él que la "poesía es el refugio de los mediocres"?) o, cuando menos, lo más sugerente posible.
En mi opinión, lejos de conseguir eso, lo que hace Sipán es colocar unas frases más bien estúpidas que, como decía para Avisos..., suelen más entorpecer la lectura que atraernos hacia el mundo propio del autor.
Y es que esas frases, ya sean puestas en labios de uno de los personajes o dictadas directamente por el narrador (el deus ex machina que mueve todo el inconsistente artilugio), aparecen lo más a menudo como "ocurrencias" sin sentido con los que Sipán quiere "epatarnos". Ocurrencias que, además, son separadas de su párrafo correspondiente para figurar, solas, independientes, como grandes pero lívidas frases lapidarias: pegotes.
Veamos algunas de esas ocurrencias de entre las más "sabrosas" que he podido pescar en el río turbio de Concesiones... :
- "la música de las tragaperras, la bossanova de los pobres" (dicho por un personaje en "Luz en la puerta", p.14)
- el personaje protagonista de "Luz en la puerta" (que narra el relato) dice en un momento "al salir a la calle, los vencejos intentan suicidarse como kamikazes que amaran la vida" (p.17, poética del paisaje) y, poco después, "no desandaré otra vez el camino de baldosas amarillas de Oz" (p.18, ñoñería que no "casa" con la psicología de quien haya dicho la primera frase).
- el mismo personaje, que es creyente y practicante católica (de misa diaria), nombra a Jesucristo "el hombre crucificado" (p.18): escasamente creíble para alguien tan religioso –máxime si, poco después, dice que "yo debía encontrar a un hombre con el corazón y las pelotas de oro" (p.22) sin que ningún arrebato repentino del deseo le impulse a hablar así.
- ella misma dice, al recordar a su madre, "miro su rostro hemofílico y doliente" (p.19). Curiosa combinación que Sipán ya utilizó en Avisos de derrota al referirse al “retrato de su madre, hemofílico y doliente” (Avisos, p.34). Fijación materna que el autor va depositando constante pero torpemente en varios textos.
- En "El dragón perdido", el jubilado protagonista considera si debe "dejar(se) imbuir por el espíritu positivo" (p.59). Además de que el uso de esa preposición es incorrecto, nótese que ese mismo verbo 'imbuir' ya fue utilizado incorrectamente en otro relato de Sipán, “Cordero de dios”, incluido en Polvora mojada: "Imbuido en un caos" (p.19). De nuevo, ¿una fijación, un guiño estúpido al lector? ¿o simplemente uno de esos "errores de sintaxis" con los que Sipán se define su propio estilo a través de uno de sus personajes? En cualquier caso, torpe.1
- Así, en "Luz en la puerta" (p.14) hace Sipán decirle al novio de la protagonista "eres la inspiración de mis días, la espiración de mis noches" –término de uso principalmente religioso que suena imposible en boca de un ateo como es Leandro.
- En "Pastor y navegante", el narrador habla del motivo por el que el joyero mujeriego no puede detenerse en un solo amor: porque "hay más estrellas en el cielo" (p.28) –verso de un poema de Fonollosa del que Sipán se apodera sin ningún miramiento, referencia ni justificación.
- En ese mismo relato, el joyero ve pasar a unos estudiantes por la calle desde su mesa del restaurante, de quienes dice que van "soñando el tiempo de los vagabundos" (p.34) –sin justificación ninguna, sin posibilidad de comprender qué pretende decir, sin referencia en ninguna otra parte del relato, este predicado es una concesión a la ñoñería...
- El joyero de ese mismo relato sufre un accidente de coche y, como el tópico pretende que antes de morir todos vemos pasar nuestra vida en pocos segundos, a él le da tiempo además de pensar en la música de su final: "siempre pensó que llegaría al final escuchando a todo volumen algo grande, My funny Valentine, de Chet Baker, Susie Q de los Stones ..." (p.39) –pero, amigo Sipán, ni Chet Baker compuso esa canción ni los Stones la otra...
- "Pastor y navegante", como vemos está trufada: "sala de Urgencias de un hospital público, cosmorama que contiene el mundo" donde "huele a helado de vainilla y a fiebre alta" (p.41)
- El prota ciclista de "Flor de las columnas enfermas" habla brevemente con una tal Tacha, y "buscó en su memoria sexual y llegó a la conclusión de que tenía el tono de voz de Janis Joplin" (p.49) –o sea, que se acostó con Janis Joplin... En es mismo relato (p.54) se lee que "El mundo era tan extraño que las cajas negras de los aviones las pintaban de color naranja" –¡qué estupida paradoja, de verdad! ¡Qué infantil!
- Laura, la prota de "La bestia insaciable", dice sobre sus padres que "se conocen tan profundamente ... que han desarrollado un sistema de comunicación basado en ... gestos, imperceptibles al ojo humano" (p.91) –y, entonces, ¿ella es un alienígena?
- Un relato de Carneiro en "El pueblo perverso" – "Rebelión en la granja" en el que el narrador dice que "como hijo de minero, sufro la invisibilidad de los microbios" (p.112) –vaya...!

En definitiva, si Sipán pretende convencernos de que todas estas frases, todas estas "ocurrencias" que van de la ñoñería a la sinrazón, son las "frases ganadoras de los frandes publicistas" (como decía de su estilo), lo que verdaderamente puede ganar es un premio a la estulticia.

2.- La ética de Sipán: machismo y misoginia.
Sí: Sipán parece poseer una ética terriblemente machista.
En este sentido, hay dos aspectos que desarrollar: uno, averiguar si el tratamiento que reciben las mujeres en el texto tiene un correlato en la manera en que son tratados los hombres. Podría afirmarse que si ese correlato es positivo, hombres y mujeres son considerados en pie de igualdad; si, por el contrario, hombres y mujeres son definidos y dibujados diferentemente, ello se debe a la convicción profunda del autor del texto de que existen diferencias ligadas a su género o a su rol.
Y hay que decir que en Concesiones..., ese correlato es negativo; es decir, que el trato que merecen hombres y mujeres es desigual.
El 2º aspecto podría resumirse mediante lo que decía acertadamente la periodista Pepa 

Blanes en un reciente artículo: "la crítica fílmica feminista siempre ha denunciado que el cine mostraba a la mujer en binomios, con polos positivos y negativos. La madre frente a la prostituta, la femme fatal frente a la chica buena. Las mujeres que veíamos en la gran pantalla eran débiles, románticas, vicarias y sin autonomía narrativa. La realidad es machista, pero como la filósofa Judith Butler decía sobre la pornografía, representarla es perpetuarla".2

Y en este caso, Concesiones... se nos presenta como una herramienta de perpetuación del machismo.

Veamos el porqué de ambos aspectos.

Por una parte, no es nada difícil comprobar que las mujeres de Concesiones... son siempre descritas físicamente, señalando por añadidura si son deseables sexualmente o si no lo son. Y ello al contrario de los hombres, que, cuando son descritos no lo son ni teniendo en cuenta su posible atractivo sexual, ni directamente: todos ellos son descritos mediante el recurso al espejo, mientras se miran en él, siempre de manera muy simplificada.

Ejemplos en los que las mujeres son descritas según su físico:
- 11 ("Luz en la puerta"): "cajeras de ropa ceñida y mala suerte"
- 12 ("Luz en la puerta"): (sobre Nadia, compañera de la narradora y dependienta como ella) "guapa" (14) "ríe con un relincho de yegua joven"
- 15 ("Luz en la puerta"): (prota es lectora para invidentes; Andrés, ciego, le espera con una erección, que sigue allí durante y tras la lectura)
- 27 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Carmela, camarera bar) "Veintitrés años. Vulnerable. Fotogénica (...) bonita por fuera" (38) "cuerpo de bailarina del Bolshói, pechos pequeños de pezones oscuros, las piernas ahorquilladas, la piel traslúcida, las clavículas marcadas y el pubis depilado"
- 28 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre joyero) "considera (a la camarera, con la que se acuesta) un refugio temporal, un balneario" (¿cabe mayor tópico que éste, el del reposo del guerrero?).
- 29 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Julia, peluquera) "escote pecoso algo marchito ... fue mujer de rompe y rasga, sueño erótico de todo un barrio"
- 34 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre la camarera del restaurante) "no es bonita, pero le gustan sus manos"
- 45 ("Flor de las columnas enfermas") (sobre esposa del prota ciclista) "cicatriz de la cesárea, como una res marcada por el hierro familiar"
- 46 ("Flor de las columnas enfermas") (sobre vecina del prota ciclista) "pelo recogido en una gran cola ... escote libre de ataduras"
- 49 ("Flor de las columnas enfermas") (prota ciclista, al oír a Tacha al teléfono) "buscó en su memoria sexual ... la imaginó dejándose fotografiar desnuda ... con el pelo suelto y un tirante del sujetador caído" (al verla, p.54) "falda ceñida a las caderas ... zapatos de tacón, las orejas desnudas ... párpados manchados de azul"
- 62 ("El dragón perdido") (jubilado, sobre camarera) "ojos de pescado blanco poco hecho"
- 64 ("El dragón perdido") (jubilado, sobre Zaida) "es guapa ... suavidad de su piel ... cabeza cubierta con un pañuelo ... que esconde caracoles de pelo oscuro"
- 71 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre la dependienta de la tienda) "larga melena rubia y los ojos azules"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre bibliotecaria) "es una muchacha que parece sacada de un cuadro de Gustav Klimt: fuego pelirrojo, cuerpo acogedor y caderas esculpidas con bordes de acantilado"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Livio Carneiro, escritor novel, sobre bibliotecaria) "preciosa con su bata blanc, las pestañas con rímel y el pelo a lo garçon ... cuerpo flexible y pálido, de gimnasta olímpica metida a monja"
- 93 ("La bestia insaciable") (Laura, sobre terapeuta) "Bárbara ... traje-chaqueta de Armani ... anillo de casada. No es guapa y no se maquilla ... mirada turbia ... dientes perfectos de las mujeres de IKEA ... gafas de diseño"
- 98 ("La bestia insaciable") (Laura, sobre su amiga Alicia) "era guapa, creativa y algo perversa"

Ejemplos en que los hombres son descritos mientras se miran al espejo:
- 26 ("Pastor y navegante"): (habla narrador) "hombre lobo del espejo"
- 47 ("Flor de las columnas enfermas") (prota ciclista) "desnudo, se contempló ante el espejo"
- 58 ("El dragón perdido") (jubilado) "dejé de reconocer al hombre del espejo"

Todo esto significa que los personajes femeninos son cosificados como objetos de deseo, permanentemente contemplados como posible fuente de placer sexual. Al contrario de los personajes masculinos, que tan apenas son descritos físicamente, y cuando lo son es porque se miran en un espejo. ¿Por qué? Tal vez sea un mero recurso en el que Sipán se reconoce como un "igual" de esos personajes que miran, desean y, sobre eso, evalúan a las mujeres.
Pero el recurso al espejo puede tener una significación más profunda.
Cuando la voz de la conciencia baja la guardia –por desconocimiento de lo éticamente reprobable o porque en el ejercicio de la escritura uno puede dar rienda suelta a sus fantasmas ocultos– es posible que aflore el subconsciente. Y, sobre este aspecto, el recurso al espejo puede servirnos como herramienta para sondear el subconsciente del escritor Sipán que pudiese aflorar con la escritura.
El psicoanalista Jacques Lacan desarrolló en El estadio del espejo como formador de la función del yo, una de sus más importantes teorías, consistente en que la individuación del niño se inicia cuando contempla por primera vez su imagen en un espejo. El niño, aseguraba Lacan, se ve en el espejo en brazos de su madre y toma conciencia de que él es un ser aparte de ella (con quien hasta entonces se ha sentido uno), por lo que puede sentir alegría (sabe que es "alguien") o tristeza (pues esa ruptura con la madre le resulta dolorosa, complejizándose en el Edipo).3
El recurso al espejo, pues, podría ser una reminiscencia infantil anclada en el subconsciente, que remitiría a una de dos cosas: a un intento por parte del niño de individuarse, de buscar una identidad que la fantasmática unión a la madre le había impedido tener; o de reencontrarse en el espejo con esa madre que la entrada en el mundo adulto a todos nos obliga a perder. Creo que la validez de una u otra opción depende del tratamiento que se dé a las mujeres: si es positivo, en el espejo el subconsciente reencontrará a la madre querida; si es negativo, por el contrario, el espejo recuerda al sujeto que fue abandonado por la madre.
Y aquí entramos en el 2º aspecto que considerábamos al citar a la periodista Pepa Blanes: las mujeres son descritas por Sipán siguiendo una polaridad positiva-negativa; son deseables, sí, pero al mismo tiempo son casi mayoritariamente tratadas como enfermas, con problemas psicológicos, incluso cercanas a una cierta indigencia infantil. Veamos algunos ejemplos:
- 12 ("Luz en la puerta"): (sobre Nadia, compañera de la narradora y dependienta como ella) "con una marcada tendencia a la depresión ... naturalidad para el dolor"
- 27 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Carmela, camarera bar) "desfigurada por dentro (...) madre depresiva (...) cuello frágil de antílope (...) muñeca rota.
- 30 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Julia, peluquera) "la maternidad es su tormento ... madre frustrada antes que mujer"
- 60 ("El dragón perdido") (jubilado opina) "la melancolía nació cuando la hembra miró al macho en el Arca de Noé y recordó a otro"
- 71 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre dependiente tienda) "ojos azules y traicioneros de Judas Iscariote"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre bibliotecaria) "se mueve entre los libros como las siervas del conde Drácula. Si te sonríe en sus dominios las motas de polvo se ralentizan ... el corazón y los genitales se desconectan del cerebro"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Livio Carneiro, escritor novel, sobre bibliotecaria) "ojos vivarachos que retienen la adolescencia".

Lejos de ser un elemento exclusivo de estas Concesiones al demonio, la consideración enfermiza y casi fatal de las mujeres aparecía también en el anterior Avisos de derrota.
Sipán, de esta manera, demuestra ser un escritor machista y misógino.

3.- La ética de Sipán: clasismo evidente

Hay una constante en la obra de Sipán y que ya constatamos en Avisos de derrota: la contemplación de los personajes desde una más que evidente superioridad.
Sin duda, el acto de escritura permite al narrador proponerse a sí mismo como demiurgo que todo lo controla, efectuando al mismo tiempo una especie de justicia poética consistente en ajustar cuentas con la realidad.
Y eso mismo parece hacer Sipán al tratar con tan poco afecto, con tanto desdén a sus personajes.
En alguna ocasión me han sugerido que la conciencia igualitaria, o incluso izquierdista, de Sipán quedaba fuera de toda duda, plasmándose además en su obra literaria.
Podría ser cierto si uno se atuviera a la extracción social de esos personajes: la puesta en escena de gentes poco afortunadas, que sufren los embates de la mala fortuna, podría darles protagonismo, hacerlos visibles. Pero para que el ánimo igualitario de Sipán fuera realmente creíble, sus personajes deberían ser tratados con más cuidado, evitando en lo posible dibujarlos en tono negativo.
Y es que, además del trazo negativo, suele haber en las expresiones de las que Sipán se sirve para caracterizar a esos personajes de clase media-baja una retranca insultante, señalando de esa manera que su extracción social y económica los ha de abocar necesariamente al lumpen y a la miseria.
Así, las jovencitas que observa la protagonista de "Luz en la puerta" son "cajeras de ropa ceñida y mala suerte" (p.11). Tacha, la joven con la que habla el ciclista de "Flor de las columnas enfermas" posee la "elegancia de una condesa reconvertida en prostituta" (p.54). La camarera del bar que aparece en "El dragón perdido" "bosteza mientras mira la televisión ... educación inexistente" (p.62). La terapeuta de Laura, en "La bestia insaciable", es, según la opinión de ésta, "como las putas, sólo es una desconocida que cobra por horas" (p.92). Como marcada como bestia erótica es la propietaria de la voz que contesta al interfono al joyero de "Pastor y navegante"), ya que habla "con esa cachaza caribeña que promete cumbia, ron y acrobacias sexuales" (p.35).
En el caso de los hombres denostados por el narrador, los ejemplos no se refieren a su condición de juguete del deseo de éste, sino que son caracterizados por su rol laboral. Así, el ciclista de "Flor de las columnas enfermas" es "un simple mecánico y vendedor de bicicletas" (p.47), de la misma manera que el joyero es un "vendedor innato pero, a fin de cuentas, un vendedor" (p.47). El desdén es mayúsculo en el caso de que la suerte haya hecho de los personajes despojos sociales o, por su origen geográfico todavía merecen menos consideración de parte del narrador. En la sala de Urgencias de "Pastor y navegante" entra "un chico con sobredosis ... terminará trabajando como bedel de colegio, reponedor de de hipermercado o peón en una fábrica de inyección de plásticos" (p.41). Y todavía mayor denuesto demuestra Sipán al referirse a los "hoscos magrebíes ... como insectos palo ... vagabundos ..." que pueblan la estación de autobuses de "Flor de las columnas enfermas" (p.53) –a los que se unen las gentes sin interés, del montón, que pasan el rato con entretenimientos banales: "carne bautizada haciendo crucigramas" (p.53).
En definitiva, que la falta de consideración a los personajes pertenecientes a la clase trabajadora, especialmente si son mujeres, a los toxicómanos y a los inmigrantes denota una ideología claramente clasista que es imposible asociar con alguien igualitario.
Y siendo que nos hallamos ante una constante en la obra de Sipán (recuérdese que en Avisos de derrota era más que evidente), no podemos por menos que afirmar que Sipán no es un escritor recomendable desde el punto de vista social.
¿Tendrá este rasgo de su personalidad como narrador de historias con la obsesión, doblemente repetida, por las esvásticas? Recuérdese lo que se dijo en nuestro análisis de esa obra:
"El vendedor de pisos de “Cuarenta días de niebla" interrumpe la visita de la bodega para ir al cuarto de baño; la limpísima puerta, el personaje-narrador siente “esa irresistible atracción de dibujar esvásticas en los retretes” (p. 98). ¿Por qué 'esa'? El uso del demostrativo remite a una experiencia conocida que se comparte con el lector. Pero..., ¿pretende Sipán que nosotros, lectores, también sentimos esa "irresistible atracción"? No, antes bien diría que el narrador comparte esa experiencia con el escritor, quien sí pudo "dibujar esvásticas en los retretes”. ¿Sipán, adolescente filonazi? Muy fuerte, ¿no? Pero compárese este aserto con un hecho real: el escritor envió en 2003 Mein Kampf, de Hitler, a este servidor: ¿quién guarda la obra del Führer entre sus archivos?"
Y es que, de nuevo en Concesiones el demonio, unos jóvenes marcan una esvástica en las nalgas de la adolescente Laura (en "La bestia insaciable"); y ella afirma que le gusta. ¿Podría esto confirmar la posibilidad de que Sipán fuera filonazi en su adolescencia?
Habrá que preguntárselo a él.


Resumiendo y terminando.
Nos hallamos ante una pretensión de novela que no es tal, sino una colección de cuentos con escasa urdimbre entre ellos –sea decir, lo mismo de siempre en Sipán, quien no parece habilitado todavía para afrontar una obra grande como sería una novela. Pero no sabemos si desear que se atreva y afronte ese reto, pues su estilo, consistente en una amalgama de "ocurrencias-pegote" (o "frases ganadoras de publicista", como dice uno de sus personajes), sólo parece buscar nuestro asombro sensacionalista.
Y todavía resulta menos deseable que se atreva a escribir una novela –en la que ya no es necesaria la contención propia del relato corto– en la que dejase todavía más sueltos sus fantasmas y obsesiones, pues de nuevo podríamos toparnos con el dibujo con trazo machista y misógino de los personajes femeninos, que él considera desde una distancia masculina (tal vez fruto de una fijación a la madre negativa y mal resuelta plasmada en su manera de describir a los personajes masculinos). Falta de empatía social, desdén, incluso denuesto de quienes, entre los personajes, deben trabajar para ganarse la vida.
Concesiones al demonio: absolutamente prescindible –y, esperemos, "irrepetible", en sentido etimológico del término.


1 El régimen preposicional correcto de 'imbuir' se realiza con la preposición 'de': “imbuir (a alguien) DE algo” (Elia Acacia, Prontuario de lectura, p.157).

2 En “El feminismo a medias de las ‘chicas’ Almodóvar”, 16/03/2016 http://ctxt.es/es/20160316/Firmas/4778/Mujeres-Almod%C3%B3var-cine-espa%C3%B1ol-feminismo-Volver-Mujeres-al-borde-Todo-sobre-mi-madre-Tribunas-y-Debates.htm


3 El estadio del espejo como formador de la función del yo es el primero de los Écrits (1958) de Jacques Lacan: Escritos, trad. de Tomás Segovia, Siglo XXI Editores, 2ª edición. Madrid, 1972. No obstante, en wikipedia hay un resumen de la teoría: https://es.wikipedia.org/wiki/Estadio_del_espejo

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