viernes, 25 de marzo de 2016

DESMONTANDO A SIPÁN: EL "BLUFF" LITERARIO (III): machismo, misoginia y clasismo en "Concesiones al demonio"

CONCESIONES AL DEMONIO: "ocurrencias-pegote", machismo, misoginia y clasismo. El cóctel ideal de la literatura derechista

Preocupado por que otra vez estuviera analizando una obra temprana, o, digamos, juvenil de ÓSCAR SIPÁN (lo que él ya me achacó cuando me referí a su Pólvora mojada –Sipán contaba entonces 29 años), ya sabéis que me puse a estudiar Avisos de derrota, publicada cuando el escritor tenía todavía 34 primaveras. Así que me hice con su penúltimo trabajo, CONCESIONES AL DEMONIO (Onagro, Zaragoza, 2011), de la que la solapa dice que es su primera novela (sabemos que no es cierto, pues la publicó unos años ha).

Sipán escribe primordialmente relatos; cortas narraciones en los que intenta sorprender al lector con un giro inesperado o dejándolo in albis al final –lo que podría equivaler a decir que, en muchas ocasiones, se ofrece al lector la posibilidad de imaginar el desenlace.
La novela (como se dice que es Concesiones...) requiere de un desarrollo más largo, gracias al cual tal vez sea posible no sólo evaluar el oficio del contador de historias (Sipán cuenta historias), sino también averiguar su habilidad para tramar estructuras más complejas.
Viendo lo visto, afirmo que Concesiones... tiene de novela únicamente la pretensión de serlo, ya que en ella Sipán sigue ofreciendo relatos cortos (mismo estilo, misma oferta de sus anteriores entregas) aunque exista una ligera urdimbre que los una.
Sí, todos los personajes que aparecen en Concesiones... tienen un vínculo común: son todos vecinos de un mismo edificio, el "Edificio Zabulón", cuyo croquis se nos muestra en la página 9 de la obra.
El marco era prometedor, la verdad. Esperaba yo encontrarme con una estructura al estilo de Pot-Bouille de Zola –novela en la que los personajes están interconectados e interactúan–, o de tantos otros ejemplos de casas de vecinos convertidas en escenarios de vidas paralelas con necesarias convergencias.

Pero, aparte de eso, los personajes de Concesiones... han merecido desarrollos independientes, vicisitudes vividas al margen del resto de convecinos, sin que éstos influyan en las aventuras de cada cual. Excepción hecha de Livio Carneiro y Nigel Farmer, los dos personajes del relato titulado "De la bendición de las olas", quienes conocen un desarrollo paralelo. Y es que los dos son escritores...: maestro y pupilo...: "gente especial"...
El último de los capítulos del libro pretende aportar el desenlace a todas las deslavazadas historias, sin ligazón realmente estructural, que hasta entonces Sipán nos había ido librando sin aparente conclusión. Y es que el lector se queda impávido ante el final, digamos, inconcluso de cada relato –como si el autor se hubiera sentido "imbuido por" (luego sabréis por qué utilizo y además subrayo esta inexistente expresión) una mala lectura de RAYMOND CARVER–, sin que los insulsos acontecimientos relatados hasta ese momento conozcan una conclusión plausible y, por consiguiente, una justificación aparente.
Yo, os lo tengo que confesar, me he sentido avergonzado en muchísimos pasajes de esta sedicente novela –que, repito, no es sino otro libro de relatos de SIPÁN, con el mismo estilo, la misma oferta, la mayor parte de los defectos detectados en Pólvora... y en Avisos..., pero, sobre todo, una mayor carga de elementos perfectamente rechazables a no ser que uno sea un Cromañón o un reaccionario impenitente.
Permitidme comenzar el desmenuce de Concesiones al demonio con una alusión a su estilo, que se verá seguida de un anális pormenorizado de los descarados machismo y clasismo de los que no puede evitar hacer gala nuestro escritor de Quicena.

1.- El estilo de Sipán: ocurrencias-pegote para "epatar"
Recordad cómo señalaba el estilo del miembro de nuestro Consejo Aragonés de la Cultura en mi recensión sobre Avisos de derrota: "frases habitualmente cortas que, de vez en cuando, se ven adornadas por un corolario culturizante o pretendidamente lírico".
¿Ha cambiado en algo Sipán de ese tiempo a esta parte? No: es el mismo.
Lo único que puede resultar interesante para nuestra hipótesis es la manera en que el propio Sipán define su estilo a través de su trasunto en Concesiones... (y lo es por varios motivos: siendo escritor en ciernes, Livio Carneiro es el único personaje positivo de todo el edificio; pero, sobre todo, ese personaje gana un premio en el Pirineo de Huesca (en "El pueblo perverso", p.116). Así es el estilo del trasunto de Sipán), según lo define otro personaje:
"el chico trabajaba como los grandes publicistas: a frase ganadora. Pese a algunos errores de sintaxis, una libertad narrativa que recordaba a los beatniks y cierta mirada desenfocada producto de la inexperiencia, detecté el veneno de los buenos libros" ("De la bendición de las olas", p.71) -subrayo las frases que resultarán útiles a posteriori.
"A frase ganadora", "como los frandes publicistas". Esto nos revela que Sipán trata de "epatar" a su lector, sorprendiéndolo como lo hacen los vendedores de productos; y que su estilo buscado consiste en la inserción de frases explosivas, sorprendentes, ora líricas ora referenciales a otras obras, en los que el escritor parece desear centrar su maestría, su talento, su genio.
El resultado que yo creo que busca Sipán es el de una prosa narrativa que resulte poética (¿'poética'? –¿pero no decía él que la "poesía es el refugio de los mediocres"?) o, cuando menos, lo más sugerente posible.
En mi opinión, lejos de conseguir eso, lo que hace Sipán es colocar unas frases más bien estúpidas que, como decía para Avisos..., suelen más entorpecer la lectura que atraernos hacia el mundo propio del autor.
Y es que esas frases, ya sean puestas en labios de uno de los personajes o dictadas directamente por el narrador (el deus ex machina que mueve todo el inconsistente artilugio), aparecen lo más a menudo como "ocurrencias" sin sentido con los que Sipán quiere "epatarnos". Ocurrencias que, además, son separadas de su párrafo correspondiente para figurar, solas, independientes, como grandes pero lívidas frases lapidarias: pegotes.
Veamos algunas de esas ocurrencias de entre las más "sabrosas" que he podido pescar en el río turbio de Concesiones... :
- "la música de las tragaperras, la bossanova de los pobres" (dicho por un personaje en "Luz en la puerta", p.14)
- el personaje protagonista de "Luz en la puerta" (que narra el relato) dice en un momento "al salir a la calle, los vencejos intentan suicidarse como kamikazes que amaran la vida" (p.17, poética del paisaje) y, poco después, "no desandaré otra vez el camino de baldosas amarillas de Oz" (p.18, ñoñería que no "casa" con la psicología de quien haya dicho la primera frase).
- el mismo personaje, que es creyente y practicante católica (de misa diaria), nombra a Jesucristo "el hombre crucificado" (p.18): escasamente creíble para alguien tan religioso –máxime si, poco después, dice que "yo debía encontrar a un hombre con el corazón y las pelotas de oro" (p.22) sin que ningún arrebato repentino del deseo le impulse a hablar así.
- ella misma dice, al recordar a su madre, "miro su rostro hemofílico y doliente" (p.19). Curiosa combinación que Sipán ya utilizó en Avisos de derrota al referirse al “retrato de su madre, hemofílico y doliente” (Avisos, p.34). Fijación materna que el autor va depositando constante pero torpemente en varios textos.
- En "El dragón perdido", el jubilado protagonista considera si debe "dejar(se) imbuir por el espíritu positivo" (p.59). Además de que el uso de esa preposición es incorrecto, nótese que ese mismo verbo 'imbuir' ya fue utilizado incorrectamente en otro relato de Sipán, “Cordero de dios”, incluido en Polvora mojada: "Imbuido en un caos" (p.19). De nuevo, ¿una fijación, un guiño estúpido al lector? ¿o simplemente uno de esos "errores de sintaxis" con los que Sipán se define su propio estilo a través de uno de sus personajes? En cualquier caso, torpe.1
- Así, en "Luz en la puerta" (p.14) hace Sipán decirle al novio de la protagonista "eres la inspiración de mis días, la espiración de mis noches" –término de uso principalmente religioso que suena imposible en boca de un ateo como es Leandro.
- En "Pastor y navegante", el narrador habla del motivo por el que el joyero mujeriego no puede detenerse en un solo amor: porque "hay más estrellas en el cielo" (p.28) –verso de un poema de Fonollosa del que Sipán se apodera sin ningún miramiento, referencia ni justificación.
- En ese mismo relato, el joyero ve pasar a unos estudiantes por la calle desde su mesa del restaurante, de quienes dice que van "soñando el tiempo de los vagabundos" (p.34) –sin justificación ninguna, sin posibilidad de comprender qué pretende decir, sin referencia en ninguna otra parte del relato, este predicado es una concesión a la ñoñería...
- El joyero de ese mismo relato sufre un accidente de coche y, como el tópico pretende que antes de morir todos vemos pasar nuestra vida en pocos segundos, a él le da tiempo además de pensar en la música de su final: "siempre pensó que llegaría al final escuchando a todo volumen algo grande, My funny Valentine, de Chet Baker, Susie Q de los Stones ..." (p.39) –pero, amigo Sipán, ni Chet Baker compuso esa canción ni los Stones la otra...
- "Pastor y navegante", como vemos está trufada: "sala de Urgencias de un hospital público, cosmorama que contiene el mundo" donde "huele a helado de vainilla y a fiebre alta" (p.41)
- El prota ciclista de "Flor de las columnas enfermas" habla brevemente con una tal Tacha, y "buscó en su memoria sexual y llegó a la conclusión de que tenía el tono de voz de Janis Joplin" (p.49) –o sea, que se acostó con Janis Joplin... En es mismo relato (p.54) se lee que "El mundo era tan extraño que las cajas negras de los aviones las pintaban de color naranja" –¡qué estupida paradoja, de verdad! ¡Qué infantil!
- Laura, la prota de "La bestia insaciable", dice sobre sus padres que "se conocen tan profundamente ... que han desarrollado un sistema de comunicación basado en ... gestos, imperceptibles al ojo humano" (p.91) –y, entonces, ¿ella es un alienígena?
- Un relato de Carneiro en "El pueblo perverso" – "Rebelión en la granja" en el que el narrador dice que "como hijo de minero, sufro la invisibilidad de los microbios" (p.112) –vaya...!

En definitiva, si Sipán pretende convencernos de que todas estas frases, todas estas "ocurrencias" que van de la ñoñería a la sinrazón, son las "frases ganadoras de los frandes publicistas" (como decía de su estilo), lo que verdaderamente puede ganar es un premio a la estulticia.

2.- La ética de Sipán: machismo y misoginia.
Sí: Sipán parece poseer una ética terriblemente machista.
En este sentido, hay dos aspectos que desarrollar: uno, averiguar si el tratamiento que reciben las mujeres en el texto tiene un correlato en la manera en que son tratados los hombres. Podría afirmarse que si ese correlato es positivo, hombres y mujeres son considerados en pie de igualdad; si, por el contrario, hombres y mujeres son definidos y dibujados diferentemente, ello se debe a la convicción profunda del autor del texto de que existen diferencias ligadas a su género o a su rol.
Y hay que decir que en Concesiones..., ese correlato es negativo; es decir, que el trato que merecen hombres y mujeres es desigual.
El 2º aspecto podría resumirse mediante lo que decía acertadamente la periodista Pepa 

Blanes en un reciente artículo: "la crítica fílmica feminista siempre ha denunciado que el cine mostraba a la mujer en binomios, con polos positivos y negativos. La madre frente a la prostituta, la femme fatal frente a la chica buena. Las mujeres que veíamos en la gran pantalla eran débiles, románticas, vicarias y sin autonomía narrativa. La realidad es machista, pero como la filósofa Judith Butler decía sobre la pornografía, representarla es perpetuarla".2

Y en este caso, Concesiones... se nos presenta como una herramienta de perpetuación del machismo.

Veamos el porqué de ambos aspectos.

Por una parte, no es nada difícil comprobar que las mujeres de Concesiones... son siempre descritas físicamente, señalando por añadidura si son deseables sexualmente o si no lo son. Y ello al contrario de los hombres, que, cuando son descritos no lo son ni teniendo en cuenta su posible atractivo sexual, ni directamente: todos ellos son descritos mediante el recurso al espejo, mientras se miran en él, siempre de manera muy simplificada.

Ejemplos en los que las mujeres son descritas según su físico:
- 11 ("Luz en la puerta"): "cajeras de ropa ceñida y mala suerte"
- 12 ("Luz en la puerta"): (sobre Nadia, compañera de la narradora y dependienta como ella) "guapa" (14) "ríe con un relincho de yegua joven"
- 15 ("Luz en la puerta"): (prota es lectora para invidentes; Andrés, ciego, le espera con una erección, que sigue allí durante y tras la lectura)
- 27 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Carmela, camarera bar) "Veintitrés años. Vulnerable. Fotogénica (...) bonita por fuera" (38) "cuerpo de bailarina del Bolshói, pechos pequeños de pezones oscuros, las piernas ahorquilladas, la piel traslúcida, las clavículas marcadas y el pubis depilado"
- 28 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre joyero) "considera (a la camarera, con la que se acuesta) un refugio temporal, un balneario" (¿cabe mayor tópico que éste, el del reposo del guerrero?).
- 29 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Julia, peluquera) "escote pecoso algo marchito ... fue mujer de rompe y rasga, sueño erótico de todo un barrio"
- 34 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre la camarera del restaurante) "no es bonita, pero le gustan sus manos"
- 45 ("Flor de las columnas enfermas") (sobre esposa del prota ciclista) "cicatriz de la cesárea, como una res marcada por el hierro familiar"
- 46 ("Flor de las columnas enfermas") (sobre vecina del prota ciclista) "pelo recogido en una gran cola ... escote libre de ataduras"
- 49 ("Flor de las columnas enfermas") (prota ciclista, al oír a Tacha al teléfono) "buscó en su memoria sexual ... la imaginó dejándose fotografiar desnuda ... con el pelo suelto y un tirante del sujetador caído" (al verla, p.54) "falda ceñida a las caderas ... zapatos de tacón, las orejas desnudas ... párpados manchados de azul"
- 62 ("El dragón perdido") (jubilado, sobre camarera) "ojos de pescado blanco poco hecho"
- 64 ("El dragón perdido") (jubilado, sobre Zaida) "es guapa ... suavidad de su piel ... cabeza cubierta con un pañuelo ... que esconde caracoles de pelo oscuro"
- 71 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre la dependienta de la tienda) "larga melena rubia y los ojos azules"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre bibliotecaria) "es una muchacha que parece sacada de un cuadro de Gustav Klimt: fuego pelirrojo, cuerpo acogedor y caderas esculpidas con bordes de acantilado"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Livio Carneiro, escritor novel, sobre bibliotecaria) "preciosa con su bata blanc, las pestañas con rímel y el pelo a lo garçon ... cuerpo flexible y pálido, de gimnasta olímpica metida a monja"
- 93 ("La bestia insaciable") (Laura, sobre terapeuta) "Bárbara ... traje-chaqueta de Armani ... anillo de casada. No es guapa y no se maquilla ... mirada turbia ... dientes perfectos de las mujeres de IKEA ... gafas de diseño"
- 98 ("La bestia insaciable") (Laura, sobre su amiga Alicia) "era guapa, creativa y algo perversa"

Ejemplos en que los hombres son descritos mientras se miran al espejo:
- 26 ("Pastor y navegante"): (habla narrador) "hombre lobo del espejo"
- 47 ("Flor de las columnas enfermas") (prota ciclista) "desnudo, se contempló ante el espejo"
- 58 ("El dragón perdido") (jubilado) "dejé de reconocer al hombre del espejo"

Todo esto significa que los personajes femeninos son cosificados como objetos de deseo, permanentemente contemplados como posible fuente de placer sexual. Al contrario de los personajes masculinos, que tan apenas son descritos físicamente, y cuando lo son es porque se miran en un espejo. ¿Por qué? Tal vez sea un mero recurso en el que Sipán se reconoce como un "igual" de esos personajes que miran, desean y, sobre eso, evalúan a las mujeres.
Pero el recurso al espejo puede tener una significación más profunda.
Cuando la voz de la conciencia baja la guardia –por desconocimiento de lo éticamente reprobable o porque en el ejercicio de la escritura uno puede dar rienda suelta a sus fantasmas ocultos– es posible que aflore el subconsciente. Y, sobre este aspecto, el recurso al espejo puede servirnos como herramienta para sondear el subconsciente del escritor Sipán que pudiese aflorar con la escritura.
El psicoanalista Jacques Lacan desarrolló en El estadio del espejo como formador de la función del yo, una de sus más importantes teorías, consistente en que la individuación del niño se inicia cuando contempla por primera vez su imagen en un espejo. El niño, aseguraba Lacan, se ve en el espejo en brazos de su madre y toma conciencia de que él es un ser aparte de ella (con quien hasta entonces se ha sentido uno), por lo que puede sentir alegría (sabe que es "alguien") o tristeza (pues esa ruptura con la madre le resulta dolorosa, complejizándose en el Edipo).3
El recurso al espejo, pues, podría ser una reminiscencia infantil anclada en el subconsciente, que remitiría a una de dos cosas: a un intento por parte del niño de individuarse, de buscar una identidad que la fantasmática unión a la madre le había impedido tener; o de reencontrarse en el espejo con esa madre que la entrada en el mundo adulto a todos nos obliga a perder. Creo que la validez de una u otra opción depende del tratamiento que se dé a las mujeres: si es positivo, en el espejo el subconsciente reencontrará a la madre querida; si es negativo, por el contrario, el espejo recuerda al sujeto que fue abandonado por la madre.
Y aquí entramos en el 2º aspecto que considerábamos al citar a la periodista Pepa Blanes: las mujeres son descritas por Sipán siguiendo una polaridad positiva-negativa; son deseables, sí, pero al mismo tiempo son casi mayoritariamente tratadas como enfermas, con problemas psicológicos, incluso cercanas a una cierta indigencia infantil. Veamos algunos ejemplos:
- 12 ("Luz en la puerta"): (sobre Nadia, compañera de la narradora y dependienta como ella) "con una marcada tendencia a la depresión ... naturalidad para el dolor"
- 27 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Carmela, camarera bar) "desfigurada por dentro (...) madre depresiva (...) cuello frágil de antílope (...) muñeca rota.
- 30 ("Pastor y navegante"): (habla narrador sobre Julia, peluquera) "la maternidad es su tormento ... madre frustrada antes que mujer"
- 60 ("El dragón perdido") (jubilado opina) "la melancolía nació cuando la hembra miró al macho en el Arca de Noé y recordó a otro"
- 71 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre dependiente tienda) "ojos azules y traicioneros de Judas Iscariote"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Nigel Farmer, escritor de novelas de espías, sobre bibliotecaria) "se mueve entre los libros como las siervas del conde Drácula. Si te sonríe en sus dominios las motas de polvo se ralentizan ... el corazón y los genitales se desconectan del cerebro"
- 85 ("De la bendición de las olas") (Livio Carneiro, escritor novel, sobre bibliotecaria) "ojos vivarachos que retienen la adolescencia".

Lejos de ser un elemento exclusivo de estas Concesiones al demonio, la consideración enfermiza y casi fatal de las mujeres aparecía también en el anterior Avisos de derrota.
Sipán, de esta manera, demuestra ser un escritor machista y misógino.

3.- La ética de Sipán: clasismo evidente

Hay una constante en la obra de Sipán y que ya constatamos en Avisos de derrota: la contemplación de los personajes desde una más que evidente superioridad.
Sin duda, el acto de escritura permite al narrador proponerse a sí mismo como demiurgo que todo lo controla, efectuando al mismo tiempo una especie de justicia poética consistente en ajustar cuentas con la realidad.
Y eso mismo parece hacer Sipán al tratar con tan poco afecto, con tanto desdén a sus personajes.
En alguna ocasión me han sugerido que la conciencia igualitaria, o incluso izquierdista, de Sipán quedaba fuera de toda duda, plasmándose además en su obra literaria.
Podría ser cierto si uno se atuviera a la extracción social de esos personajes: la puesta en escena de gentes poco afortunadas, que sufren los embates de la mala fortuna, podría darles protagonismo, hacerlos visibles. Pero para que el ánimo igualitario de Sipán fuera realmente creíble, sus personajes deberían ser tratados con más cuidado, evitando en lo posible dibujarlos en tono negativo.
Y es que, además del trazo negativo, suele haber en las expresiones de las que Sipán se sirve para caracterizar a esos personajes de clase media-baja una retranca insultante, señalando de esa manera que su extracción social y económica los ha de abocar necesariamente al lumpen y a la miseria.
Así, las jovencitas que observa la protagonista de "Luz en la puerta" son "cajeras de ropa ceñida y mala suerte" (p.11). Tacha, la joven con la que habla el ciclista de "Flor de las columnas enfermas" posee la "elegancia de una condesa reconvertida en prostituta" (p.54). La camarera del bar que aparece en "El dragón perdido" "bosteza mientras mira la televisión ... educación inexistente" (p.62). La terapeuta de Laura, en "La bestia insaciable", es, según la opinión de ésta, "como las putas, sólo es una desconocida que cobra por horas" (p.92). Como marcada como bestia erótica es la propietaria de la voz que contesta al interfono al joyero de "Pastor y navegante"), ya que habla "con esa cachaza caribeña que promete cumbia, ron y acrobacias sexuales" (p.35).
En el caso de los hombres denostados por el narrador, los ejemplos no se refieren a su condición de juguete del deseo de éste, sino que son caracterizados por su rol laboral. Así, el ciclista de "Flor de las columnas enfermas" es "un simple mecánico y vendedor de bicicletas" (p.47), de la misma manera que el joyero es un "vendedor innato pero, a fin de cuentas, un vendedor" (p.47). El desdén es mayúsculo en el caso de que la suerte haya hecho de los personajes despojos sociales o, por su origen geográfico todavía merecen menos consideración de parte del narrador. En la sala de Urgencias de "Pastor y navegante" entra "un chico con sobredosis ... terminará trabajando como bedel de colegio, reponedor de de hipermercado o peón en una fábrica de inyección de plásticos" (p.41). Y todavía mayor denuesto demuestra Sipán al referirse a los "hoscos magrebíes ... como insectos palo ... vagabundos ..." que pueblan la estación de autobuses de "Flor de las columnas enfermas" (p.53) –a los que se unen las gentes sin interés, del montón, que pasan el rato con entretenimientos banales: "carne bautizada haciendo crucigramas" (p.53).
En definitiva, que la falta de consideración a los personajes pertenecientes a la clase trabajadora, especialmente si son mujeres, a los toxicómanos y a los inmigrantes denota una ideología claramente clasista que es imposible asociar con alguien igualitario.
Y siendo que nos hallamos ante una constante en la obra de Sipán (recuérdese que en Avisos de derrota era más que evidente), no podemos por menos que afirmar que Sipán no es un escritor recomendable desde el punto de vista social.
¿Tendrá este rasgo de su personalidad como narrador de historias con la obsesión, doblemente repetida, por las esvásticas? Recuérdese lo que se dijo en nuestro análisis de esa obra:
"El vendedor de pisos de “Cuarenta días de niebla" interrumpe la visita de la bodega para ir al cuarto de baño; la limpísima puerta, el personaje-narrador siente “esa irresistible atracción de dibujar esvásticas en los retretes” (p. 98). ¿Por qué 'esa'? El uso del demostrativo remite a una experiencia conocida que se comparte con el lector. Pero..., ¿pretende Sipán que nosotros, lectores, también sentimos esa "irresistible atracción"? No, antes bien diría que el narrador comparte esa experiencia con el escritor, quien sí pudo "dibujar esvásticas en los retretes”. ¿Sipán, adolescente filonazi? Muy fuerte, ¿no? Pero compárese este aserto con un hecho real: el escritor envió en 2003 Mein Kampf, de Hitler, a este servidor: ¿quién guarda la obra del Führer entre sus archivos?"
Y es que, de nuevo en Concesiones el demonio, unos jóvenes marcan una esvástica en las nalgas de la adolescente Laura (en "La bestia insaciable"); y ella afirma que le gusta. ¿Podría esto confirmar la posibilidad de que Sipán fuera filonazi en su adolescencia?
Habrá que preguntárselo a él.


Resumiendo y terminando.
Nos hallamos ante una pretensión de novela que no es tal, sino una colección de cuentos con escasa urdimbre entre ellos –sea decir, lo mismo de siempre en Sipán, quien no parece habilitado todavía para afrontar una obra grande como sería una novela. Pero no sabemos si desear que se atreva y afronte ese reto, pues su estilo, consistente en una amalgama de "ocurrencias-pegote" (o "frases ganadoras de publicista", como dice uno de sus personajes), sólo parece buscar nuestro asombro sensacionalista.
Y todavía resulta menos deseable que se atreva a escribir una novela –en la que ya no es necesaria la contención propia del relato corto– en la que dejase todavía más sueltos sus fantasmas y obsesiones, pues de nuevo podríamos toparnos con el dibujo con trazo machista y misógino de los personajes femeninos, que él considera desde una distancia masculina (tal vez fruto de una fijación a la madre negativa y mal resuelta plasmada en su manera de describir a los personajes masculinos). Falta de empatía social, desdén, incluso denuesto de quienes, entre los personajes, deben trabajar para ganarse la vida.
Concesiones al demonio: absolutamente prescindible –y, esperemos, "irrepetible", en sentido etimológico del término.


1 El régimen preposicional correcto de 'imbuir' se realiza con la preposición 'de': “imbuir (a alguien) DE algo” (Elia Acacia, Prontuario de lectura, p.157).

2 En “El feminismo a medias de las ‘chicas’ Almodóvar”, 16/03/2016 http://ctxt.es/es/20160316/Firmas/4778/Mujeres-Almod%C3%B3var-cine-espa%C3%B1ol-feminismo-Volver-Mujeres-al-borde-Todo-sobre-mi-madre-Tribunas-y-Debates.htm


3 El estadio del espejo como formador de la función del yo es el primero de los Écrits (1958) de Jacques Lacan: Escritos, trad. de Tomás Segovia, Siglo XXI Editores, 2ª edición. Madrid, 1972. No obstante, en wikipedia hay un resumen de la teoría: https://es.wikipedia.org/wiki/Estadio_del_espejo

miércoles, 9 de marzo de 2016

DESMONTANDO A SIPÁN: EL BLUFF LITERARIO (II). "Avisos de derrota" como redacción de un chico de 2º de ESO

Tal vez los lectores de CURROBLOG piensen que es la ojeriza, o la mala baba, lo que me empuja a hablar de ÓSCAR SIPÁN de la manera en que lo hago.
Pues no.
Óscar Sipán
El motivo principal de esta indagación es conocer las causas por las que este señor: a) forma parte del CONSEJO ARAGONÉS DE LA CULTURA; b) ha ganado tantos PREMIOS LITERARIOS; c) ha conseguido PUBLICAR TANTOS LIBROS.

Porque lo que es cierto es que SIPÁN ha gozado de cierto predicamento y difusión entre el "who's who" de las letras aragonesas, lo que debería estar motivado por una cierta excelencia como escritor, gracias a la cual poder ejercer un posible magisterio desde ese Consejo Aragonés de la Cultura.
Consejo Aragonés de la Cultura, presidido por
Ignacio Escuín, Director General de Cultura
En resumen, que me he estado preguntando qué es lo que realmente hace a SIPÁN merecedor de ese honor institucional –con su cortejo de prebendas que podrían consistir en encargos, subvenciones, etc.

Así pues, temiendo que mis comentarios se ocuparan en exclusiva de un en exceso juvenil escritor (Sipán contaba 29 años cuando se publicó Pólvora mojada, el libro comentado en la entrada anterior), he buceado en otro título posterior (AVISOS DE DERROTA, Onagro, Zaragoza, 2008) para averiguar si adolecía de los mismos defectos de escritura que Pólvora...

El primer contacto con AVISOS DE DERROTA es prometedor: cuidada edición de tapas duras, éstupenda portada a cargo de Óscar Sanmartín (que podría firmar sin sonrojo un Isidro Ferrer, o hasta un Chema Madoz), contraportada cubierta de comentarios laudatorios hacia el autor. Uno abre el libro, ojea en la antepenúltima página el índice, y todo va bien. Se siente incluso reforzado en su elección lectora al dar con la página siguiente, en la que se detalla que el libro contó con una beca (ayto. Zaragoza – CAI), mereciendo algunos de sus relatos hasta 5 premios literarios. Como tarjeta de visita, no está nada mal...
Pero, ¡ay cuando uno bucea y profundiza en los textos!

La lectura de los cuentos de Avisos... me ha dejado tan insatisfecho como la otra: misma fórmula, misma vacuidad, misma superficialidad ramplona -pero, lo que es peor, con pretensiones culturizantes.

Uno de los elementos de juicio que me ha sorprendido es el contraste encontrado entre mi lectura y la opinión vertida en la contraportada por CARLOS CASTÁN, a quien tengo por un escritor serio y bien formado, que reproduzco en parte:
Carlos Castán
“El oficio, la madurez que demuestra en sus libros, la adecuación del tono y del estilo narrativo (...) hacen de él un valor actual y evidente” (la cursiva es mía).
Otro comentarista, CARLOS MANZANO, de la revista Narrativas, escribe sobre Sipán diciendo que es

“un escritor concienzudo, meticuloso incluso (...) narrador altamente exigente y riguroso consigo mismo” (las cursivas son mías).

La pretendida meticulosidad, el anunciado rigor de los que habla Manzano, ya quedaron muy en entredicho en el comentario de mi lectura de Pólvora mojada (leer post anterior).

Pero, ¿se puede afirmar con Castán que Sipán demuestra madurez en sus libros?

Mi respuesta es NO: la obra de Sipán tiene el rigor y la profundidad de las redacciones de un estudiante de 2º de ESO. Intentaré mostrar en las líneas que siguen por qué opino de esa manera -al hilo de mi lectura de Avisos de derrota, publicado en 2008.

Y lo que he visto en los 5 relatos leídos (he desistido de leer más, me he limitado a los que abrían el conjunto y a otros dos que han merecido ser llevados a la pantalla: “Il mondo mio” (sic.) y “Cuarenta días de niebla”) es que Sipán, escritor ya cuarentón, tiene que crecer para: a) mejorar su escritura (o por lo menos, revisar sus textos antes de enviarlos a imprenta); b) abandonar los tópicos (que hacen que su escritura sea algo ramplona); c) educarse en feminismo; d) limpiar su concepto del sexo y el deseo; e) abandonar un cierto tufillo a elitismo cultureta.

A) Mejorar su escritura (nótese que sólo he escudriñado 5 de los 10 relatos que componen Avisos de derrota...)

El estilo de Sipán es perfectamente reconocible en una constante: frases habitualmente cortas que, de vez en cuando, se ven adornadas por un corolario culturizante o pretendidamente lírico. El primer elemento facilita la lectura; el segundo parece pretender acercar al narrador (que suele ser autodiegético) a una elevada posición cultureta -como veremos después.

Y es que, citando como cita a tantos nombres, digamos, ilustres de la literatura, el autor-narrador podría pretender convencernos de que su visión del mundo es elevada y sin contestación. Se trata, pues, de un recurso a figuras de autoridad cuyo simple conocimiento podría acercar al escritor a la excelencia.

Tal vez provenga de allí su confianza en sí mismo, que le evita tener que revisar y corregir sus textos, trufados como están de incorrecciones gramaticales y estilísticas, de contradicciones, así como de sintagmas “imposibles”.

En cuanto a las incorrecciones gramaticales y estilísticas, he hallado un par de ejemplos de falta de concordancia pronombre-referente: “cuándo mis defectos LE habían ganado el pulso a mis virtudes” (“El dios de las camareras”, p.16); “Yolanda ... intenta retenerLOS desesperadamente en su cartera de clientes” (“Cuarenta días de niebla, p. 94). Asimismo, un sinsentido como “motivos extra literarios” (“La jaula de Faraday”, p.41), en el que la separación entre el prefijo y el sustantivo no significa “fuera de” sino más bien “extraordinario, óptimo” o “añadido”. Y, por fin, ese título italianizante, “Il mondo mio”, que no sólo no está justificado por el contenido del cuento, sino que es incorrecto –mientras que un italiano diría “il mio mondo”. Pero, ¡cómo no ver un anacoluto en esta frase: “Quiso dar un paseo. Era muy hermosa” (“Il mondo mio”, p.37)! ¿Fue gracias a que ella empezó a andar que el narrador se percató de su belleza? Tal vez. Sea como fuere, esta triste y torpe escritura provoca un incómodo tropezón en el lector.

Sipán habla frecuentemente del atractivo de sus personajes femeninos (hablaré de ello más adelante), aunque la belleza pueda resultarle sospechosa de algo negativo (cómo no ver en ello un ramalazo misogino). Fijémonos sin embargo en que el torturador de “La jaula de Faraday” martiriza al escritor porque “el represor desconfía siempre de la belleza" (p.48). Pero si comparamos ese comentario con este otro del narrador autodiegético de “Cuarenta días de niebla” en el que dice no confiar en la guía de la bodega por ser guapa, ya que “la belleza invita a la desconfianza” (p. 97), ¿es posible establecer una identificación entre el torturador del 1º relato y el vendedor de pisos del 2º? ¿O acaso vale más establecerla con el narrador, quien, como veremos más adelante, presenta tintes machistas claramente detectables?

Para mayor abundamiento en todo ello, los 5 relatos estudiados presentan un determinado número de “sintagmas imposibles”, que lo son porque no significan nada, porque no remiten a ningún elemento del mismo relato, o porque son simple palabrería (algo que en el caso de un ensartador de perlas-como-palabras que podría ser un poeta no resultaría chocante, pero... ¿Sipán, poeta? Si considera a los poetas la personificación de la mediocridad...). Veamos:

En “El dios de las camareras” (p.13) nos habla de una mujer que tiene la “barbilla afrancesada” (¿qué narices quiere decir con eso? ¿cómo es la barbilla de una persona afrancesada?). En ese mismo relato (p.22), nos dice Sipán que “las olas eran como enaguas de ama de llaves” (es de imaginar que se refiera a los encajes, tan antiguos como el propio oficio de gobernanta). En “Il mondo mio” (p.33) nos dice que el paisaje se componía de “huertos trazados con cartabón y mala idea” (nuevo anacoluto). En ese mismo cuento (p.34), se refiere al “retrato de su madre, hemofílico y doliente” (¿¡un retrato hemofílico!? -seguro que se refería a la madre). También en “Il mondo mio” (p.35) se oye un sonido sepulcral (estamos en un cementerio) “como de gárgolas haciendo el amor” (una imagen en cierto modo gótica, que cuadra en el ambiente mortuorio, pero inasequible al entendimiento). El objeto del deseo del narrador de “Cuarenta días de niebla” es “Mónica, amazona treintañera” (p. 93): pero... ¿por qué 'amazona'? ¿Licencia poética? Pero recordemos que “la poesía es refugio de mediocres”. ¿O acaso la guía de la bodega va montada a caballo? ¿No será que, simplemente, “está buena” (en una identificación amazona=maciza)? ¡Ayayay! Fijémonos que, no obstante todo eso, el narrador dice (p.94) “me reconozco en ella (...) ensayando posturas ante un espejo”: ¿de verdad? Todo ello parecen espejismos, mentirijillas que “nos cuela” el narrador -como esas “luces de una feria” que fascinan a un heroinómano (“Cuarenta días de niebla, p. 97): ¡qué cosas!

Son, en puridad, recursos torpes que entorpecen, impidiéndola, una lectura inteligente del texto. Y es que, como ya le pasaba en Pólvora mojada (véase su análisis en este mismo blog), el narrador no puede dejar de significarse para dárselas de tal o de cual (recordad las torpes referencias cultistas a Rimsky-Korsakov, o a Charlie Parker), en lo que parece más una irrefrenable ansia de hablar de sí más que de introducir un elemento importante en la trama. Y si no, fijémonos en cómo ocupa ese narrador autodiegético casi una página entera de “Cuarenta días de niebla”, la nº96 (1 de 6), para hacer un excurso sobre su profesión del narrador. Rompiendo de esa manera el discurso, ese narrador es frecuentemente “excursivo” -es decir, que mea fuera de tiesto...
Sipán: revisa, corrige, desaparece del texto, multiplícate por cero (y divídete por 2, pues parece que escritor y narrador son la misma y torpecilla persona).

B) Abandonar los tópicos (que hacen que su escritura sea algo ramplona)
El recurso a las frases hechas, o a las propuestas manidas, hace que el lector experimentado eche la cabeza hacia atrás cuando se topa con ellas. Piensa el lector que si el autor recurre a ellas es por falta de otros recursos propios (malo) o porque intenta encandilarlo con referencias de fácil digestión.

Cuando Rick le dice al personaje interpretado por Ingrid Bergman en Casablanca que siempre les quedaría París, la capital francesa todavía contaba con un halo de romanticismo y bohemia que fue válido durante mucho tiempo. Pero que el narrador de un cuento, en 2008, afirme que uno de sus personajes descubrió en “París (...) el auténtico significado de la libertad” (“El dios de las camareras”, p.25) es pobre y corto de miras.
Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca (Michael Curtiz, 1942)
Pero contemplemos otro ejemplo que, por mi personal historia con Sipán, me ha llamado la atención. El vendedor de pisos de “Cuarenta días de niebla" interrumpe la visita de la bodega para ir al cuarto de baño; la limpísima puerta, el personaje-narrador siente “esa irresistible atracción de dibujar esvásticas en los retretes” (p. 98). ¿Por qué 'esa'? El uso del demostrativo remite a una experiencia conocida que se comparte con el lector. Pero..., ¿pretende Sipán que nosotros, lectores, también sentimos esa "irresistible atracción"? No, antes bien diría que el narrador comparte esa experiencia con el escritor, quien sí pudo "dibujar esvásticas en los retretes”. ¿Sipán, adolescente filonazi? Muy fuerte, ¿no? Pero compárese este aserto con un hecho real: el escritor envió en 2003 Mein Kampf, de Hitler, a este servidor: ¿quién guarda la obra del Führer entre sus archivos?

C) Educarse en feminismo.
El análisis de los relatos de Sipán entra en el apartado de los tópicos relativos a las mujeres.

Sipán (no lo olvidemos: consiguió que Pólvora mojada fuera lectura de Secundaria en nuestra Comunidad autónoma) contempla a las mujeres desde una posición patriarcal, lo que le lleva a considerarlas desde el "ETERNO FEMENINO" tan denostado por el feminismo clásico.

Desde esa visión arquetípica de las mujeres, éstas son frecuente presentadas como niñas, como princesas, como madres, como enfermas, o, finalmente, como seres dañinos relacionados con la muerte.

Son éstas las ocurrencias femeninas en Avisos de derrota.

Así Sara, la novia del narrador en “El dios de las camareras”, quien a pesar de su independencia de criterio, todavía "no se había distanciado tanto de la niña con disfraz de mujer” (p.13). Esa aseveración no puede extrañar cuando ese mismo narrador la tiene como una princesita de cuento, sintiéndose él mismo defraudado ante la autonomía sentimental de que hace gala: “Sara conoció a otra persona... ¿Quién podía imaginar que la princesa del cuento...?” (“El dios de las camareras”, p.15).

Las mujeres, según la apreciación patriarcal y tópica de Sipán, tienen en su esencia la obligación de ser madres, amenazadas de no poder cumplir ese mandato de la especie si no se dan prisa. Es lícito pensar así; nadie merece un anatema por creer que ése es el papel de las mujeres en la sociedad. El caso es no sólo que Sipán forma parte del Consejo Aragonés de la Cultura, sino que nuestros educandos corren el peligro de leer sus libros y educarse en su punto de vista.

En “Cuarenta días de niebla", el narrador-vendedor de pisos visita una bodega y se siente atraído por esa "amazona treintañera” (p. 93) a quien compadece cuando piensa en sus momentos de soledad: “la imagino enloquecida por el atronador tic-tac de su reloj biológico, ensayando posturas ante un espejo, llevando una vida espertana de cremas, tablas de gimnasia y yogures sin azúcar” (p. 94). Tal vez imagina ese narrador que la actividad cultureta de noble lectura de los clásicos está vedada a las mujeres, concentradas como están en el cultivo de su cuerpo destinado a la maternidad...

Y es que la posibilidad de no ser madres las puede arrojar en brazos de la hiperactividad o, directamente, de la locura. Así, la antagonista escritora de “La jaula de Faraday” (la uruguaya Agnese Martigny, ganadora del premio literario que no obtuvo el protagonista) “es una de esas mujeres entusiastas, de sombrero y maquillaje llamativo, que caminan irremediablemente hacia la locura” (p.46). Y es que, una vez alcanzada la irremediable locura, esas mujeres dejan una “estela de tristeza que dejan algunas mujeres, como trasatlánticos (sic.) arrastrando al hundirse a los pasajeros” (“Cuarenta días de niebla", p. 95). Triste destino el de las mujeres que eligen abandonar la vía que el patriarcado ha trazado en exclusiva para ellas y osan dedicarse a actividades sólo aptas para señores. ¿De verdad, lectores, merecen nuestros educandos estos contenidos machistas?

Pero aún hay más. Las mujeres, esos seres que, por ser ajenos a la óptica exclusiva masculina, se les antojan a los hombres como entes dolientes y extraños, tienen no obstante la posibilidad de ser independientes y tomar decisiones al margen del dictado masculino. Ya hemos visto que Sara, al conocer a otro hombre (“El dios de las camareras”), pierde automáticamente su condición de "princesa": castigada. Veamos el caso de Virginia, la antagonista de “Il mondo mio”: es una señorita que, tras una existencia libre de ataduras, parece sufrir catatonia y es enterrada viva. El narrador-guarda de cementerio la saca de su cautiverio. Como era de esperar, narrador y personaje hacen el amor sobre las tumbas, ella se enamora de él y le propone abandonar ese lugar. La negativa del narrador se traduce en devolver a su amante bandida a la tumba. Es decir, que la asesina: algo normal en un país en el que la violencia de género nos regala con casos de muerte día tras día. Pero no es lo único percibible en este relato (ese "la maté porque era mía" del tópico machista), sino la construcción de los personajes femeninos como algo maligno, o torpe, o dependiente, o enfermo.

Realmente, si Sipán vuelve a las aulas de literatura será por motivos muy oscuros –pero, desde luego, extrapedagógicos (y no "extra pedagógicos" como escribiría él).

D) Limpiar su concepto del sexo y el deseo.
Con el concepto de lo femenino de que hace gala el narrador autodiegético de Sipán, no podía ser más que negativo el deseo que ellas despiertan en él. El deseo erótico, que podría ser descrito como una celebración propuesta por nuestros sentidos, nuestro intelecto o nuestro subconsciente, está teñido en Sipán por un halo de oscuridad y de sentido de culpa. No es extraño que se sienta manchado quien sienta atracción hacia esos seres malignos, o enfermos, o infantiles...

En los relatos analizados, el constante punto de vista del narrador demuestra una atracción enfermiza por los pechos: “desde niño me fascinan los pechos, como las luces de una feria a un heroinómano” (“Cuarenta días de niebla", p. 97). Pero... ¿tan dolorosa es esa fijación que la compara a una adicción tóxica?
El deseo no sólo crea una peligrosa adicción al narrador, sino que confiesa que alienta lo inhumano en su persona. Desear es negativo, el deseo es enfermizo: así, el narrador de "El dios de las camareras" sufre una erección al echarse boca abajo en la arena de la playa y contemplar a una señora haciendo topless. Y sí, su erección es celebrada (“dos pechos al aire eran una fiesta"), pero en él "despertaron la mirada sucia del monstruo” (p.24).

Dr. Jekyll y Mr.Hyde: la nobleza y lo bestial, lo humano y lo animal que provoca en él la cercanía de lo femenino... ¡Ay!

E) Abandonar un cierto tufillo a elitismo cultureta.
Aunque el Dr. Jekyll constituya la parte noble de nuestra personalidad, no podemos matar sin contemplaciones a Mr Hyde... O así lo aseguraba el desenlace del relato de Stevenson.

Sipán parece creer firmemente en que existe una gradación: lo alto y lo bajo, lo noble y lo plebeyo, lo culto y lo popular.

Él, narrador de sus tramas, se sitúa directamente en el lado de lo alto, lo noble y lo culto. Tal vez de esa manera aspire a situarse por encima de determinada parte de la sociedad que no comulga con sus planteamientos, y que cultiva los placeres vulgares en lugar de literatura y arte. No se puede afirmar lo contrario al percatarnos de las continuas referencias cultas de que hace gala ese narrador-personaje, que, confesándose "letraherido", nos está diciendo que él es alguien especial.

Ya he avanzado antes que Sipán parece recurrir a figuras de autoridad cuyo simple conocimiento podría acercar al escritor a la excelencia (como si su frecuentación le comunicara automátiocamente su valía). No en vano, son tantos los nombres de escritores citados (Chester Himes, Houellebecq, Hemingway, Salinger, en “El dios de las camareras”; Onetti, Benedetti, Baroja, Dinesen en “La jaula de Faraday”) que podría estar queriéndonos decir que él es de su club de elegidos, de su cofradía de grandes escritores –y que eso marca una enorme diferencia con el resto de los mortales, dedicados a menesteres chabacanos y carentes de nobleza.

Es difícil asegurar que de esta manera Sipán quiere diferenciarse de sus comunes mortales, pero, por una parte, él parece considerar despectivamente a quien no comparte sus referencias literarias. Así, cuando la pareja protagonista de “El dios de las camareras” llegan a Moraira y comprueban la ignorancia de la gente del pueblo, el narrador-personaje parece exclamar con distante amargura: “Nadie, salvo el concejal de turno o la bibliotecaria a punto de jubilarse, parecía conocerlo (a Chester Himes)” (p.19).

Y es que el común de los mortales se dedica a vivir la vida en lugar de encerrarse en la lectura de los libros que Sipán considera necesarios para vivir. Y, como es gente baja e innoble, sus celebraciones sólo pueden ser rastreras. Así es en el caso de los turistas extranjeros en Moraira, en “El dios de las camareras”: “en la Gran Fiesta del Daiquiri, el alcohol sería de garrafa y, al igual que con Chester Himes, nadie había oído hablar del autor de El viejo y el mar” (p.21).

El placer erótico también parece limitado a ese sector de la sociedad que, por su formación o por su ocupación, se dedican a entretenimientos bajos e innobles. Ya hemos visto antes que Sipán consideraba algo "sucio", e incluso "monstruoso" la atracción sexual: los que no son letraheridos como él disfrutan del sexo como bestias. Así los vecinos del narrador en “Cuarenta días de niebla", ruidosos amantes: “multiorgásmica y dependienta de perfumería, fontanero pelirrojo él” (p. 95). Dependienta y fontanero: el rol hace la persona, diría Castells... ¡Qué limitación, qué cortedad la de ese narrador!

El trabajo innoble, el trabajo no cualificado genera esa actitud despreocupada ante la vida, cuán lejana de la de un letraherido escritor de cuentos. Él, limpito visitante de la bodega, dice: “me cruzo con una mujer, con ... pegotes de barro en los antebrazos ... cicatriz en la mejilla ... el mundo es ancho y áspero como los tobillos de esta campesina rumana” (“Cuarenta días de niebla", p. 98). Sucia, de acuerdo, sí, debido a su trabajo físico apegado a la tierra, ajeno al trabajo intelectual del escritor; y lógico que el hábito de la labor refuerce sus tobillos. Pero, ¿la cicatriz? ¿Y su referencia geográfica? Estamos en un intento más descarado que cualquier otro de alejar al escritor-narrador-personaje de la innoble condición de los trabajadores manuales: ya ni siquiera "son-de-aquí", como él, sino que "son-de-otro-sitio", donde beben garrafón, follan como animales y, además, están marcados físicamente con las taras del trabajo. ¡Cómo no ver en todo ello los signos de un clasismo basado en la cultura, en el trabajo, en la extracción social!

Sipán no es como ellos: él es un personaje ennoblecido por la literatura, lo que le ha permitido codearse con los nombres nobles de la historia de la cultura, amén de distanciarse del común de los mortales. ¡Qué ramplón, qué fácil, qué básico!

Podría ese escritor-narrador-personaje haber hablado de su práctica literaria en positivo: diciendo qué es lo que le aportan las Letras, qué alturas le permite alcanzar el trabajo intelectual, qué bondades existen en las altas esferas... Pero no, pues ha preferido hablar de sí como en el vaciado de un molde: diciendo lo que no es, distinguiéndose de las pobres gentes condenadas a trabajar con sus manos y a disfrutar de placeres impropios de un alma gentil.


Pero..., ¿puede considerarse noble y gentil la ideología de un escritor tan poco educada, tan poco formada, que además usa de recursos tan pobres y de tantas incorrecciones?

Lo más seguro es que la seguridad en su valía y en su escritura se la hayan dado a Sipán los premios literarios con los que, incomprensiblemente, se ha visto galardonado. Amén de su cercanía al campo sociológico literario aragonés que le ha valido su inclusión en el Consejo Aragonés de la Cultura.

¡¡¿Qué dinámica tienen que llevar los premios literarios para que sus deficientes y reaccionarios relatos hayan sido premiados?!!

¡¡¿Sobre qué base se ha formado ese extraño Consejo Aragonés de la Cultura para que Sipán, prolífico pero pésimo escritor, haya sido invitado?


Eso será el tema de la PRÓXIMA ENTREGA de “SIPÁN: EL BLUFF LITERARIO”.

viernes, 4 de marzo de 2016

DESMONTANDO A SIPÁN: EL BLUFF LITERARIO" (I). Sipán cree que los poetas son "mediocres". Comentarios al hilo de la concentración en favor de los Titiriteros encausados en Madrid en febrero 2016



ÓSCAR SIPÁN en Radio Huesca, sobre la CONCENTRACIÓN de apoyo a los TITIRITEROS
(escrito el 18 de febrero de 2016)

Dice ÓSCAR SIPÁN en Radio Huesca (no literal): "Han detenido a un POETA en Zamora" -por manifestarse contra el encarcelamiento de los Titiriteros.
Pues bien, no imagináis cómo ha podido sorprenderme que ÓSCAR SIPÁN defienda a un poeta siendo que, el 17 de julio de 2004, afirmó por correo electrónico que:
- "LA POESÍA SIGUE SIENDO UN GRAN REFUGIO DE MEDIOCRES"
para continuar con las siguientes perlas:
- Te adjunto un libro de regalo, por si te puede servir. Se llama Mein Kampf, de un tal Adolf Hitler";
- "deja de tocar los cojones a los que intentamos hacer cosas y conseguimos desviar dinero para libros" (sobre las subvenciones que conseguía para sus proyectos editoriales);

Meses después, y a propósito del "Encuentro con Panero" que organicé para PERIFERIAS en Huesca, ÓSCAR SIPÁN también se soltó el pelo:
- (1/11/2004) "Lo único que conseguiste tú viajando en un avión durante dos horas con Leopoldo María Panero es que te llamara MADERO TRILLO Y GILIPOLLAS. Procura levantar el cuello de tu propia MEDIOCRIDAD" (¿tal vez me esté tildando de 'poeta'?)
- (3/11/2004): "MADERO TRILLO, que están en Zaragoza, GILIPOLLAS.
Por cierto, el eterno ganador de premios de mierda acaba de ganar 6.000 euros con cinco páginas, lo que tu no ganarás en tu puta vida de poeta incomprendido. Adiós, rebelde con causa. Paranoico de los cojones. FIRMADO: LAS MAFIAS VIVAS DE HUESCA. POR CIERTO EL MEIN KAMPF DE ADOLFITO LO BAJÉ PARA TI, CALVITO."
En resumidas cuentas: que considera que los POETAS SON MEDIOCRES -y ahora se pone a defender a uno.
Debe de ser porque sólo considera NO MEDIOCRES A LOS PROSISTAS.
¿Como él mismo?
A tenor del contenido de sus novelitas, no sé si atreverme a decirlo...
Permitidme copiaros un comentario que hice de su “LEYENDARIO”, financiado por el INSTITUTO ARAGONÉS DEL AGUA, el 7/12/2004:
“Hoja parroquial: ERES UN PANTANERO, ÓSCAR!!!:
Querido Óscar: Ya veo que la editorial de la que eres agente secreto (pues no lo dices en el Altoaragón del 4/12) y el Instituto Aragonés del Agua (entonces del PAR) te han editado un libro. Y nada más y nada menos que sobre leyendas inventadas en torno a los pantanos que el PAR cree necesario defender. ¿No te das cuenta de que, con ello, elevas a la calidad de míticos -por lo tanto, más fácilmente asumibles por el imaginario, que no por la razón- los pantanos de Aragón? Anegadores de tierras, ahogadores de valles, sumidores de pueblos: nunca mejor dicho que ahora, les bailas el agua, querido Óscar. Ya, de paso, podrías haber incluido un monstruito en Yesa, y otro en Biscarrués: te habrías adelantado así a los acontecmientos -y a Adolfo Cajal le habría gustado tanto...
Ahora se ve cuál es el pago que el IAA te hace por haber montado la parafernalia esa del parque de Huesca. ¿Por qué no lo has hecho con Elisabeth? ¿Acaso no recibisteis ex aequo el honor de organizar el evento? ¿O es que la lucha cainita es tal en el seno de Aveletra que la has apartado a un rincón para que tú brilles con luz propia? Ay ay ay...
Eres un intelectual de los que Goytisolo llamaba "orgánicos": correa de transmisión de los valores del poder, adscritos al mismo o puestos a su servicio a la primera de cambio. La labor del intelectual -y por el hecho de escribir lo eres en parte: tus ideas son transmitidas a la sociedad- debería ser la de control y crítica, en lugar de la tuya que parece antes consistir en acompañamiento y aplauso. Y además con el PAR. Si este es el tipo de intelectual con el que nos toca convivir en Huesca, no llegaremos muy lejos en el acoso y derribo del provincianismo.
Déjame citar uno de tus textos: "La llamó Ulitea, porque cuando la miraba ese era el nombre que le venía a la cabeza". Impresionante alarde de inteligencia razonadora: "porque cuando la miraba ese era el nombre que le venía a la cabeza". ¿Es para niños? Si sí, de poca ayuda les resultará.
Agente comercial de March, agente cultural del PAR: escribe si así lo necesitas, pero elige mejor tus mecenas; corres el riesgo de ser encasillado como escritor de derechas, provinciano y mercenario.
Ave, Curro"
Y estos otros comentarios, sobre su "PÓLVORA MOJADA":
"Querido Óscar: Dos palabras para decirte que he leído un par de relatos de tu “Pólvora mojada” y que, a falta de terminarlo, dicha lectura me ha sugerido unos cuantos comentarios. Muchos de ellos tienen que ver con la deformación propia de tantos profesionales de la enseñanza; por ello mismo, a veces adoptarán un tono didáctico que es posible que te moleste. Pero, mira, llevo ya tiempo dando clases de lenguas española y francesa y reseñando libros como para no encontrar un espacio, aun pequeño, que dedicarte. Ahí voy. (Entrecomillado y entre paréntesis el título de cada cuento de ese libro.)-
- p.17 (“Pólvora mojada”) <<Dicen que “cuando muere un viejo se quema una biblioteca”>>. Habrías de saber –y si no lo sabías te lo digo yo- que la convención quiere que sólo vayan entre comillas los aserctos provenientes del discurso directo. Este tuyo, precedido por el “dicen que”, es un introductor de discurso indirecto, al que sobran las comillas.
- p.19 (“Cordero de dios”): "Imbuido en un caos". Uso incorrecto del verbo imbuir, ‘infundir, persuadir’, según el diccionario de la RAE. ¡Y en comienzo de relato! Im-prezionante.
p.21(“Cordero de dios”): "...el saxo de Charlie Parker amortigua la quietud de los coches desde la radio". Una de dos: o pretendes que la quietud de los coches sea molesta y un frenético saxo –como el de Parker, be-bopero a tope- venga a romperla; o quieres hacernos creer que el estresante zumbido de los motores en un atasco venga a ser amortiguado por el sonido dúctil y cálido de un saxo de jazz. Semánticamente me inclino por esto último; pero me pone en el problema de pensar una de dos cosas: o convencerme de que el frenético saxo de Parker pueda amortiguar una quietud; o de que quien ha escrito eso lo ha hecho siguiendo un tópico sobre el jazz easy-listening –lo que no descartaría un desconocimiento absoluto de Parker como referencia, y, por ende, su torpe inclusión como elemento decorativo ambiental. Elige tú mismo, che!
- p.26 (“Dignidad”): "no ha nacido un Miguel Ángel o un Bernini que puedan trasladar a una escultura aquel sufrimiento". En boca –o en el pensamiento que el narrador le atribuye, que no es sino él mismo- de un jubilado de Huesca como el de tu relato, esta referencia queda poco creíble. Se me ocurre pensar que, como en el caso de Parker, sea un guiño por parte del autor para epatar a la galería con referencias cultas (como la del Meursault del primer relato –un extranjero en toda regla, no?)
- p. 27: (“Dignidad”): "los periódicos vírgenes, inmaculados (...) los suelos relucientes por el trabajo de las limpiadoras". Desde luego, flaco favor habrás hecho a los niños altoaragoneses si, realmente, han incluido tu libraco como lectura oficial. Eso de periódico virgen es un juicio de valor tremendamente machista, así como asimilar el trabajo de fregonas exclusivamente a mujeres. Pero, bueno, no me extraña viniendo de quien firma un relato del catálogo de Pedro Sanz Villalta (cuya expo me gustó) de tan escaso gusto y planteamiento machista donde los haya. Háztelo mirar.
- p. 32 (“Dignidad”): "movía las piezas negras como el que mueve los hielos de un vaso de whisky en medio de un eclipse de luna". Un símil que, además de poco válido –no consigue mostrar cómo movía las piezas- es torpe. ¿Es acaso una referencia a tu querido Fonollosa? ¿Es un guiño literario como los otros? Si es así, sólo consigue el contacto con quien capte la referencia; literariamente, es una chapuza.
- p.45 (“Dignidad”): "algo gordo se debe estar preparando". Incorrecta expresión de la posibilidad por medio del verbo ‘deber’ –que siempre indica obligación a no ser que se le añada la preposición ‘de’, en cuyo caso, sí, expresará la posibilidad.
- p.45 (“Dignidad”): "es a la luz donde apuntan". El régimen del verbo es preposicional. Por eso, por mucho que antecedas de una preposición el complemento enfatizado y puesto en relieve, esta debe ser retomada en el segundo miembro de la frase: es a la luz adonde apuntan.
- p.46: (“Dignidad”): "aprendí una cosa por el procedimiento empírico". Esto, de nuevo, en boca de este miliciano, es poco creíble. Bonito sintagma, ¿verdad?, para ponerlo en un relatito.
- p.46 (“Dignidad”): "apuntó sécamente mi sustituto". Bueno, una errata, acepto; pero los adverbios en –mente sólo se acentúan si el adjetivo que los genera lleva acento también. ‘Seca’ no lleva acento ortográfico.
- p.49 (“Dignidad”): "Morriña, lo llaman los gallegos y saudade los brasileños". Aparte de que, tipográficamente, eso está mal escrito, esto, de nuevo, suena poco creíble en boca del miliciano Puisac. Es un apunte del narrador-autor, cuya sombra no logra desaparecer ni a tiros, con sus referencias cultas y sus palabritas rimbombantes.
- p.73 (“Dignidad”): "una orquesta de grillos y ranas nos ofrecen una versión libre del Scheherezade de Rimsky Korsakov". De nuevo, poco creíble en boca o pensamiento del señor Puisac. Por otra parte, no deja de ser una referencia culta inútil y que sólo sirve para relumbrón del narrador-autor (que no desaparece, el jodido). Y, por fin, identificar esa pieza con lo que hacen grillos y ranas, de monótona voz y acompasada cadencia, no tiene ningún sentido. Pobre Rimsky Korsakov, jolines. Me hace pensar que no has escuchado jamás esa pieza –preciosa, por otra parte, donde lo que menos hay son, precisamente, estridentes cadencias.
Y tras esto, querido Óscar, dejé tu librito de relatos aparcado, sin ganas para leer más. Y eso que tenía curiosidad para enterarme de qué era lo contrario de eso que tú llamas ‘MEDIOCRIDAD’. Veo que no lo he conseguido y que, por mucho que hayas esgrimido ese calificativo como piedra de toque en numerosas ocasiones, no mereces utilizarlo contra nadie. No creo, por lo demás, que vuelva a intentarlo: el libro pertenece a la biblioteca municipal y, yo, por mi parte, tengo mejores cosas en que perder mi precioso tiempo –no en baratijas, la verdad.
Un abrazo (sin navaja), Curro"
¡Qué peligrosa, qué mala es la hemeroteca, y qué traicioneros los recuerdos!


Los comentarios relativos a la intervención de SIPÁN (la "parafernalia esa del parque de Huesca" antecitada) fueron motivados por la publicación de un artículo titulado "REALIDAD DEL AGUA EN ARAGÓN: PAN Y CIRCO", y que decía así:

"Este martes, día 13, el Instituto Aragonés del Agua celebró en Huesca una Jornada de información sobre "La realidad del agua en Aragón" –pues tal era el título general del evento. Esta Jornada se componía de dos elementos bien diferenciados: uno, una ponencia técnica que, con el título de "El ciclo integral del agua en los municipios", abordaba el tratamiento de las aguas residuales: esfuerzo que el Instituto está acometiendo con seriedad y rigor; otro elemento, la "Actuación Parque de Huesca" (así la titula el tríptico informativo), en la que conocidos actores de la cultura oscense daban su "visión próxima de los ríos, potenciando el concepto de ‘agua como bien escaso’".
Todo acto conducente a dar información a la ciudadanía me parece, en principio, plausible. Mi apreciación cambia en el momento en que, en lugar de informar, se desinforma -pues eso es lo que hicieron ponentes y actores culturales durante la Jornada, siguiendo la tradición del kitsch en su acepción más clásica: muestra grandilocuente de lo positivo y ocultación decidida de lo negativo.
La ponencia técnica trató de vertidos y depuraciones; ni una sola palabra de la más preocupante realidad del agua en Aragón: los pantanos y canalizaciones que todavía pesan como espada de Damocles –en tiempo de aplauso a los creadores de la Nueva Cultura del Agua- sobre las gentes y los ríos aragoneses. Craso error u ocultación decidida, esta ponencia esquivó la polémica al no abordar "esa otra realidad" –cuya amenaza en forma de trasvase empujó, en los meses precedentes, a tantos aragoneses a la calle.
La Actuación, hay que honrar la realidad, fue de excelentes ejecución y diseño. La ocultación de la verdadera "realidad" fue, sin embargo, evidente: ni una sola nota de denuncia, siquiera de constatación, de la realidad pantanera de Aragón –que amenaza pueblos, inunda valles, que ofrece el escaso bien del agua a quien más la derrocha. Que se arguya que el arte es libre, que está desprovisto de ideología –como defendió uno de los responsables del evento-, me parece hoy por hoy ingenua razón, cuando no falaz: explícita o implícitamente, todo producto cultural porta una carga política, ya por la exposición de motivos ya por su ocultación. El producto mostrado en Las Pajaritas, de excelente factura, se hizo agente transmisor de la ideología del partido auspiciador.
Obra de encargo, los textos presentados glosaron mayormente la feminidad del agua –manido tópico que cualquier feminista se aprestaría a criticar (sin excluir el destape femenino final como colofón). Curioso fue que a ningún escritor se le ocurriera hablar de las aguas vivas que desbordan canales, superan presas, corren libres paralelas a "nuestro deambular por la vida", ni de los pueblos que corren el riesgo de ser ahogados: elementos poéticos que un Neruda, ahora que se celebra su centenario, no habría desdeñado. Ni una sola referencia, ni un solo comentario sobre la realidad que ya conocen todos los aragoneses, tan dolorosa para algunos, tan acuciante para otros. ¿Censura o imparcialidad interesada? Si se trata de lo primero, estaremos ante un atropello a la expresión; si de lo segundo, ante un ejemplo de intelectualidad al servicio del mejor postor. En ambos casos, desinformación evidente y lavado de cara de la institución contratante.
Así transcurrió esta Jornada pagada con dinero público en la que este ciudadano disfrutó de una sesgada visión de la "Realidad del agua en Aragón", mientras deleitaba sus sentidos con canapés y espectáculos: panem et circenses para una ciudadanía que contempla la muerte del sentido crítico sin preocupación. ¿Para qué quejarnos si tenemos el estómago lleno? Que aproveche."

Como reacción a los comentarios sobre su intervención en Radio Huesca y mi lectura de sus Leyendario y Pólvora mojada, SIPÁN contestó lo siguiente:

"Querido amiguito: Veo que sigues siendo una persona triste (en el mal sentido) y tóxica (como te define todo el mundo). Una pena que no supieras montar una editorial (y mira que lo intentaste, recuerdo tus proyectos en la Diputación y en el ayuntamiento, una pena que no salieran) y que tus ansias políticas y literarias quedasen en nada. Dice mucho de ti que sigas anclado en mis veinte años, pero ya tengo cuarenta y dos. El tiempo pasa, cuida esa mente enferma y rencorosa."